La Era del Fenix
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Capítulo 4: Alianza y Horda

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Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:28 am

Crónicas de la Guerra en Azeroth



Yo soy Sir Anduin Lothar, hombre de armas de la Hermandad de los
Caballos, y guerrero al servicio del Rey. Siento la necesidad de
informarte acerca de los eventos que en este tiempo determinan este
conflicto. La historia de nuestra batalla contra los orcos inicia
cerca de cuarenta años en el pasado. Debo decirte que lo que vas a
escuchar al principio te parecerá incomprensible, por la
incomprensión misma de la naturaleza de nuestro enemigo. Como
estudiante de la historia y de la guerra, lo único que sé es que
entender nuestro pasado es determinante para tomar las decisiones de
nuestro futuro.

559 Todo ha sido pacífico por muchas generaciones, y el reinado de
Wrynn III es fuerte y próspero. Las constantes revueltas y luchas
por el trono que han caracterizado a reyes anteriores no tienen
lugar en la corte de Wrynn. El niño mago Medivh ha nacido de la
unión del Conjurador de la Corte y una misteriosa viajera. Después
de que el niño nació, la mujer desapareció, y el bebé ha sido
admitido en la corte como hijo del reino.

564 El niño príncipe Llane ha nacido del Rey Wrynn y Lady Varia. Él
es el primero y único hijo de ambos, pero su nacimiento permitirá la
continuación de su línea real. Es un gran día para el reino, que se
ha celebrado con fiestas y torneos. El Rey Wrynn ha declarado el día
festivo para celebrase durante todo su reinado y para marcar la
ocasión, le ha dado a cada ciudadano de Azeroth oro sobre su
salario.

571 La celebración de la Edad de la Ascensión desde la niñez a la
adultez es uno de los mayores acontecimientos de padres e hijos. A
Medivh le ha llegado al momento en que se le dé el título de
Aprendiz de Conjurador de la Corte. Al acercarse la celebración, el
muchacho ha presentado problemas para dormir porque oscuros sueños y
figuras aparecen en lo más profundo de sus sueños. Sudando frío,
Medivh camina hacia la recámara de su padre. En el momento en que el
Conjurador toca su frente buscando la fiebre, un ardiente fuego ha
brotado de los ojos del niño. Este haz de luz ha sido observado en
la lejana Abadía de Northshire, y un centenar de clérigos ha
arribado al castillo. Solamente sus habilidades combinadas con los
poderes del Conjurador pudieron contener a Medivh. Como estos
poderes son demasiado elevados para él, el muchacho grita en un
terrible dolor por las energías que son canalizadas a través suyo.
Las horas pasan, quizás incluso días, durante los cuales han luchado
para derrotar la furia. Entonces, tan simple como soplar una vela,
padre e hijo caen sobre el suelo. El Conjurador yace muerto, drenada
su vida, y Medivh ha caído en un profundo sueño – su corazón apenas
late, y solamente un leve suspiro escapa de sus labios. Luego de una
larga discusión, el Rey y el Abad de Northshire han decidido
llevarlo a la Abadía, para seguridad de niño y reino.

577 Llane ha llegado a su Edad de la Ascensión, y el título completo
de Príncipe de Azeroth ha sido investido en él. En su ceremonia,
decenas de miles de devotos le han deseado soporte y larga vida.
Durante la noche con su familia, y cerca del crono, un viento helado
ha comenzado a soplar en el aire. Una gentil brisa al principio,
crece luego en intensidad, hasta que las puertas del gran salón se
han arrancado de sus bases. Tan pronto ha cesado el viento, una
figura ha entrado, semejante a un gran cuervo. Las antorchas del
gran salón se han reencendido con un halo azul y la figura de Medivh
ha sido revelada. Como el se ha colocado en frente de la mesa del
Rey, los guardas le han cerrado el paso. Un simple movimiento de su
mano los ha detenido, congelados en sus puestos. El hechicero, hecho
ahora un hombre, explica que sus años de sueño han finalizado. Los
años de constantes oraciones de los clérigos de la Abadía de
Northshire le han permitido tener control de sus poderes. Cuando su
espíritu y su cuerpo estuvieron a tono, ha despertado, y ha salido
hacia la Fortaleza de Stormwind. Medivh explica que ha venido a
reparar el daño que le hizo a la corte y ha aprovechado la ocasión
de la ceremonia de Ascensión del Príncipe Llane. De una bolsa que
cuelga de su cinturón, ha sacado un cristal de obsidiana, con arenas
blancas como la nieve. El joven príncipe lo ha mirado de cerca, pero
las arenas se encuentran en constante flujo y nunca se acaban.
Medivh clama que estas arenas representan al reino, y tanto tiempo
como las arenas nunca se acaben, el reino del Rey Wrynn nunca caerá.

583 Seis años han pasado, y la tierra lentamente se ha secado. Los
cultivos han muerto en los ricos suelos del reino. Los niños
enferman y nunca se recuperan totalmente. Incluso los corazones de
las personas de Azeroth se han vuelto oscuros. El invierno ha sido
inexplicablemente más frío y más largo, y el sol del verano crea
sequías en la tierra y los días son más oscuros de lo usual. Ningún
clérigo o mago ha podido explicar cuál ha sido la causa de estos
cambios. Más y más personas se sienten descorazonadas, y donde antes
había optimismo, ahora solo hay incertidumbre.

Durante una oscura mañana, el Príncipe Llane acude al lado de su
padre, cargando el cristal de las arenas. Durante la noche, las
arenas han corrido hacia abajo, y están casi vacías. El Rey Wrynn
toma el cristal entre sus manos. Tan pronto como las últimas arenas
caen sobre la base del cristal, un sonido estrepitoso rompe las
puertas de la ciudadela de Stormwind. Repentinamente, los salones se
han llenado de criaturas horribles. Groseramente deformadas, un
cruel reflejo de la humanidad, se lanzan sobre los guardias del Rey
y los aniquilan. El rey Wrynn, Llane y lady Varia son escoltados por
unos caballeros hacia la Abadía de Northshire, prometiendo que las
agresivas bestias serán destruidas. Este día no ha llegado aún.

584 A la edad de veinte años, Llane ha sido pronunciado rey de
Azeroth. Su misión es clara – raer de la tierra a estas criaturas.
Los pocos que han sobrevivido a la batalla se refieren a si mismos
como orcos. Cuando son interrogados, prefieren la muerte a dar
información. Son crueles, sádicos y viles – no hacen distinción
entre soldado o niño, guerrero o mujer. Matan a cualquiera que
encuentran sin derecho a súplica. Los pocos humanos que no han
muerto por la espada orca son tomados como esclavos y llevados al
este, donde los orcos han hecho sus campamentos. Qué hacen con estas
personas es aún desconocido, pero lo cierto es que ninguno ha
vuelto.

593 Cerca de diez años de escaramuzas y luchas a lo largo de las
fronteras ha tenido que resistir el pueblo de Azeroth, pero las
hordas orcas siempre han sido rechazadas hacia los pantanos. El rey
Llane ha descubierto que los orcos, además de increíblemente fuertes
y viciosos, no están bien entrenados en combate, y siempre atacan
desorganizados. Esta puede ser la llave para derrotarles, y es una
debilidad que piensa utilizar en el futuro. El misterio al que
ningún clérigo o mago ha podido encontrar respuesta es el origen de
estas criaturas.

En el décimo año de su reinado, el rey Llane recibe la visita de una
viajera misteriosa. Ella ha venido a advertir al Rey que la gran
batalla contra su némesis esta cercana. También le dice que la unión
entre el Conjurador del Rey y ella tenía la intención de crear un
niño al cual ella pudiera transmitir sus conocimientos y poderes
para bien. Pero no contaba con que fuerzas de otros mundos tratarían
de dominar al niño. Ahora ha descubierto que los poderes que corren
por sus venas han enloquecido a su hijo. Estos poderes han aumentado
tanto que ni ella misma ha podido derrotarlo. La viajera también
informa al Rey Llane que Medivh fue el responsable de la llegada de
los orcos a Azeroth. Cuando niño, durante la batalla con su padre,
había abierto un portal a un lugar al que los orcos, y muchas otras
criaturas, llamaban hogar. Los orcos son discípulos del caos, y ni
siquiera Medivh tiene control sobre ellos. Asimismo, la viajera
advierte al rey que con el tiempo, Azeroth se verá obligado a luchar
contra él y si no logran derrotarlo, ciertamente el mundo sufrirá.

Rumores de guerra llegan desde los pantanos. Los ataques sobre
nuestros asentamientos, al principio pobremente ejecutados, ahora se
han vuelto más organizados. El rey se ha visto en la necesidad de
enviar soldados y arqueros a proteger los asentamientos de la
Frontera. Rumores del advenimiento de un gran Señor de la Guerra
Orco se han expandido por la tierra. Este se ha mostrado como un
gran líder y ha unido a los orcos bajo un solo estandarte. Los
espías y scouts del rey Llane lo han descrito como astuto y
sanguinario. Esta temible criatura tiene por nombre Blackhand el
Destructor y su control sobre la Horda orca se ha convertido en una
maldición para Azeroth. El rey ha ordenado enlistar nuevos reclutas
y entrenarlos en los rudimentos del combate, porque ha llegado el
tiempo en que el pueblo de Azeroth deba prepararse para la guerra.











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Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:35 am

Una Breve Historia sobre la Caída de Azeroth
Primera Guerra (narrada por la Matriarca de Tirisfal)

Mi nombre es Magna Aegwynn y por cerca de mil años he resguardado
los reinos de este mundo y me he encargado de salvaguardar los
pueblos de esta tierra contra los etéreos poderes de la Gran
Oscuridad del Más Allá. He visto poderosos reinos levantarse y caer.
He conocido las conspiraciones de la alta nobleza y los plebeyos
para definir el destino de la humanidad.

Es solo recientemente que he tenido, con gran dolor, que
involucrarme directamente en los asuntos de los hombres. Por
incontables edades he tenido el cargo de mi Orden para servir y
proteger a los hombres mortales de los misterios de la Gran
Oscuridad, y de los palpables y reales maldades de los reinos del
más allá. Para luchar contra las fuerzas de la Dimensión de la Nada
he recibido considerables poderes y longevidad que rivalizan incluso
con los de los ancestrales Elfos. Por estos poderes también recibí
un severo mandato – El Guardián no debe interferir con las
trivialidades de los hombres hasta que llegue el tiempo en que se
escoja a su sucesor y el manto de los guardianes pase a otro.

Mas yo, Aegwyn, última Guardiana de la Orden de Tirisfal, he juzgado
que mi tiempo ha llegado. Cuarenta y dos inviernos han pasado desde
que por primera vez en el Reino de Azeroth fui en busca del
Conjurador Nielas Aran. Nielas era excepcionalmente talentoso en los
simples conjuros mágicos de los hombres, y creo que él podría ser el
perfecto padre mortal para mi hijo… y lo es…

He tenido un niño y le he llamado Medivh – o “Guardián de los
Secretos” en la Antigua lengua de los Elfos – en el otoño del año
559. Le he transferido mis conocimientos y mis poderes, que dormirán
en él hasta manifestarse cuando llegue a su madurez física. Creyendo
que mi trabajo en este mundo estaba hecho y viendo que mi hijo es
amado por el pueblo de Nielas, he viajado a través de los campos del
tiempo, preparándome para el paso.

Mi ojo vigilante a la distancia ha visto que mi hijo ha avanzado
mucho para su joven vida. Me he asegurado que el profundo altruismo
de Tirisfal le guié en sus estudios y pruebe su corazón y su mente
para hacer de la Guardianía, su destino.

En la época en que cumplió su cumpleaños número veinte, el poder
escondido dentro de mi hijo despertó. Incapaz de lidiar con las
furiosas energías cósmicas que han surgido dentro de él, Medivh ha
sufrido un masivo trauma psicológico. Ha sido pacificado por los
buenos clérigos de Northshire. Lo han llevado a la sagrada Abadía y
por seis años han atendido su comatoso cuerpo.

Eventualmente, Medivh despertó de su profundo sueño en complete
control de sus facultades y poderes. Sin embargo, debajo de su
confidente y casi arrogante figura, he conocido que mi hijo se ha
vuelto malevolente y corrupto. La visión y el poder que a su
nacimiento ha heredado han sido pervertidos por las distantes
fuerzas de la Dimensión de la Nada, alterando la parte humana de su
alma y marcándolo con su toque maligno para siempre.

No fue solamente hasta que la primera ola de estas fieras criaturas
conocidas como los Orcos ha venido desde la oscuridad que me he dado
cuenta de lo increíblemente peligroso que mi hijo puede ser….












El Portal Oscuro y la caída de Stormwind


En los oscuros salones de la Torre de los Guardianes, Medivh continúa luchando por su alma. El Rey Llane, noble monarca de Stormwind, temía por la oscuridad que había trastornado el espíritu de su viejo amigo. El rey comunicó sus temores a Anduin Lothar, el último descendiente de la dinastía Arathi, quien era general de sus ejércitos. Sin embargo, ninguno de los dos podría haber imaginado que el lento viaje de Medivh hacia la locura traería los horrores que verían después.

Como incentivo final, Sargeras prometió gran poder a Gul´dan si él lideraba a la Horda contra Azeroth. Usando a Medivh, Sargeras le dijo al brujo que él sería convertido en un dios viviente si encontraba la tumba submarina donde la Guardiana Aegwynn había colocado el cuerpo de Sargeras cerca de mil años antes. Gul´dan accedió y decidió que una vez que Azeroth estuviera vencido, saldría en busca de la legendaria tumba y de su premio. Seguro de que la Horda serviría a sus propósitos, Sargeras ordenó el inicio de la invasión.

Uniendo sus poderes, Medivh y los brujos del Concejo de las Sombras abrieron un pasaje dimensional conocido como EL PORTAL OSCURO. Este portal sería un puente entre Azeroth y Draenor, y era lo suficientemente grande como para que un poderoso ejército lo cruzara. Gul´dan envió scouts orcos a través del portal para explorar la nueva tierra que iban a conquistar. El retorno de los scouts ha asegurado al Concejo de las Sombras que Azeroth está listo para ser cosechado.

Convencido de que la corrupción de Gul´dan destruiría a su gente, un jefe orco se atrevió a hablar contra los brujos. Este bravo guerrero proclama que los brujos han destruido la pureza del espíritu orco y la invasión venidera sería su perdición. Gul´dan, incapaz de matar a un héroe tan popular, se vio forzado a expulsar a este jefe y a todo su clan dentro del nuevo mundo. Su nombre era Durotan, del Clan de los Lobos de Hielo.

Después del exilio de los Lobos de Hielo, solamente unos pocos clanes orcos lo siguieron. Estos rápidamente levantaron una base de operaciones cerca de Black Morass, una oscura y pantanosa área al este del reino de Stormwind, el Pantano de los Susurros. Allí, secretamente, el Clan de La Espada Ardiente, la primera fuerza de exploración, empezó a construir una fortaleza. Conforme los orcos empezaban a explorar las nuevas tierras, entraron en inmediato conflicto con los humanos defensores de Stormwind. Aunque estas escaramuzas finalizaban rápidamente, fueron útiles para aprender acerca de las debilidades de ambas razas. Llane y Lothar nunca conocieron datos confiables acerca del número real de orcos y no pudieron imaginar cuán grande era la fuerza que venía contra ellos. Después de unos pocos años la mayoría de la Horda había cruzado hacia Azeroth, y Gul´dan consideró que el tiempo del primer golpe contra la humanidad había llegado. La Horda lanzó su primer ataque contra el desprevenido reino de Stormwind. Al mando de Kilrogg Ojo Tuerto del clan Pozo Sangriento, y del ogro-mago Cho´gall del clan Martillo del Ocaso, inicio el asedio de la ciudad. El rey Llane contraatacó con sus caballeros, y ante la sorpresiva contraofensiva, la Horda se vio obligada a replegarse. Ante esto, Gul´dan decidió colocar un Señor de la Guerra para toda la Horda, a quien pudiera controlar, cargo que recayó sobre Blackhand el Destructor, del clan Stormreaver, quien era un líder particularmente astuto y despiadado. Esto provocó desazón entre algunos de los jefes de los otros clanes, a quienes los soldados veían como líderes más aptos, en especial los héroes orcos Grom Hellscream (al que se le ordenó quedarse en Draenor para organizar la defensa) y Orgrim Doomhammer (designado como uno de los generales de Blackhand en Azeroth).

Conforme las fuerzas de Azeroth y la Horda chocaban por todo el reino, los conflictos internos empezaron a afectar ambos ejércitos. El rey Llane, que creía que los bestiales orcos eran incapaces de conquistar Azeroth, decidió fortificar su posición en su capital de Stormwind. Sin embargo, Sir Lothar estaba convencido de que la batalla debería ser un ataque directo al enemigo, y se vio obligado a elegir entre sus propias convicciones y la lealtad a su rey. Escogiendo seguir sus instintos, Lothar partió hacia la torre-fortaleza de Medivh en Karazhan. Allí contó con la ayuda del joven aprendiz de Medivh, llamado Khadgar, quien también era espía del Kirin Tor. Ambos creían que derrotando al poseído Guardián, encontrarían una solución del conflicto. Luego de un asalto sorpresa, lograron darle muerte al cuerpo del Medivh y, sin saberlo, enviaron al espíritu de Sargeras hacia el Abismo. Como consecuencia, el puro y virtuoso espíritu de Medivh también fue liberado y pasó al plano astral…

Aunque Medivh había sido derrotado, la Horda continuó su asedio sobre Stormwind. Cuando la victoria de la Horda parecía cercana, Orgrim Doomhammer, jefe del clan Thunderlord, y uno de los más grandiosos jefes de guerra orco, hábil estratega, con decisivo liderazgo, audacia y valor, comenzó a observar la depravada corrupción en que se habían sumergido los clanes desde su tiempo en Draenor. Los orcos, consumidos por su sed de sangre, y guiados por un déspota, habían perdido totalmente su identidad. Secretamente, se reunió con su viejo camarada, Durotan, quien había regresado del exilio y le había advertido sobre los engaños de Gul´dan. En rápida retribución, los asesinos de Gul´dan mataron a Durotan y a su esposa Draka, dejando vivir únicamente a un pequeño niño orco…

Destrozado por la muerte de su amigo Durotan, Orgrim Doomhammer se decidió a liberar a la Horda de la corrupción demoníaca y asumir el rol de Señor de la Guerra y jefe del Clan Blackrock, asesinando al títere de Gul´dan, Blackhand el Destructor. En el momento en que Gul´dan cayó víctima del trance al morir Medivh, Orgrim asaltó la fortaleza del clan Diente Negro, de Rend y Maim, hijos de Blackhand, que tenían el propósito de vengar a su padre, y los envió de vuelta a Draenor. Capturando a Garona, la media orca, y la más letal de los asesinos de Gul’dan, mediante tortura la hizo confesar sus secretos. El Concejo de las Sombras fue descubierto y sus miembros ejecutados, a excepción de Gul’dan, quien al despertar ofreció a Doomhammer un trato que éste no podría rechazar: la formación de los Caballeros de la Muerte, para que hicieran frente a los Caballeros del Rey Llane. Doomhammer inició el ataque final sobre la ciudadela de Stormwind. El rey Llane había subestimado el poder de la Horda, e inició un desesperado intento de buscar ayuda contra los invasores pieles verdes. Sin embargo, fue asesinado por Garona, para que ésta demostrara así su lealtad a la Horda.

Lothar y sus guerreros, volviendo a casa desde Karazhan, no esperaban la muerte de su rey y la caída de su amada patria. Pero regresaron demasiado tarde y lo único que encontraron fue ruinas. La salvaje Horda había reclamado el país y todas sus tierras para sí misma. Forzados a ocultarse, Lothar y sus compañeros juraron salvar su patria cual fuera el costo


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Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:38 am

La Alianza de Lordaeron – Mareas de Oscuridad

Segunda Guerra


“Mareas de oscuridad braman sobre el reino de Lordaeron, querido
amigo. La sombra vil, cual nube enfermiza de pestilencia, ha
corrompido los campos de Stormwind y, voraz y violenta, arrasará a
su paso toda noble visión de vida y de esperanza, sin temer a la
espada ni a la Luz. Es hora de que seamos lo que siempre fuimos: Una
sola nación. Rápido, porque ya vienen”.
Sir Lothar, de la Hermandad de los Caballos, a Lord Uther, de la
Orden de la Mano de Plata
Archivos del Kirin Tor.

Tras la llegada a las costas de Lordaeron miles de refugiados de
Azeroth, el rey Terenas de Lordaeron convocó un consejo de delegados
de cada uno de los siete reinos que gobernaba. Con los terribles
relatos de destrucción y matanzas provocadas por la invasión orca de
Azeroth, Lord Anduin Lothar convenció al soberano de Lordaeron para
que unieran sus fuerzas frente a semejante amenaza. Después de mucho
debatir y sopesar, los lores accedieron a la propuesta de Lothar y
Terenas, y acordaron unir sus ejércitos bajo el mando general del
propio Lothar. Como las orillas de Lordaeron ya habían sido
saqueadas por pequeñas bandas de ladrones orcos, Lothar encontró un
fuerte aliado en su amigo de toda la vida, el almirante Daelin
Proudmoore del reino costero de Kul Tiras. Thoras Trollbane, Señor
de Stromgarde, también ofreció rápidamente su apoyo a la Alianza
recién forjada, saboreando la proximidad de gloriosas batallas. Pero
estos guerreros no eran los únicos que se preparaban para la
guerra...

Como el mandato real dictaba que se debían emplear todas las
defensas en la guerra contra el mal, Alonso Faol, abad de la recién
destruida abadía de Northshire, localizada al norte de Stormwind,
convenció a los ministros eclesiásticos de Lordaeron para que
equiparan igualmente a sus clérigos y fieles con armas de guerra. De
la misma manera en que los guardianes habían empuñado espadas de luz
para defender los cielos, los hombres santos de la tierra debían
prepararse para combatir contra las oscuras tinieblas que se
acercaban amenazantes desde el sur. Uno de los clérigos, aprendiz
del arzobispo Alonso Faol, fue testigo de la destrucción de la
Abadía de Northshire en Azeroth por parte de la Horda durante la
Primera Guerra. Este sacerdote, llamado Uther Lightbringer, ha
comprendido que el esfuerzo que su Orden, la Iglesia de la Sagrada
Luz, hizo durante la Primera Guerra, no había sido suficiente para
contener el poder de los orcos. Por esto, Uther ha viajado hasta el
Lago Darrowmere, en el norte de Lordaeron, para cristianizar a los
Caballeros de la Orden de la Mano de Plata y enlistarlos en las
filas reales. Estos nobles y valientes caballeros han aceptado el
Código de la Luz, y se han convertido en los primeros Paladines. Sin
embargo, la Alianza ha recibido el primer golpe y no precisamente de
los orcos. Durante el viaje a Darrowmere, Uther fue atacado por
piratas provenientes de la ciudad de Alterac. Con este hecho, Uther
ha descubierto la conspiración Lord Perenolde, Señor de Alterac, que
ha traicionado a la Alianza, haciendo un trato con Doomhammer, con
el afán de apoderarse de sus ricas tierras. A pesar de esto, el
primero de los Paladines no está dispuesto a dejar caer a su pueblo
tan fácilmente. Bendecidos en las Iglesias y los monasterios de
Lordaeron, los Paladines se lanzan a la batalla con la fe como
escudo y con el Martillo de la Luz como arma.

Así, Lothar no está solo. A su lado combaten Uther Lightbringer,
Capitán de los Paladines de La Mano de Plata de Lordaeron; Daelin
Proudmoore, Almirante de la Armada de Kul Tiras; Thoras Trollbane,
Señor de Stromgarde; Genn Greymane, Señor de Gilneas; los poderosos
magos de la Ciudadela Violeta de Dalaran, enviados por el Kirin Tor,
y Turalyon, uno de los más experimentados de sus lugartenientes.
Pero Lothar ha sido también hábil para ganarse otros poderosos
aliados. Por los antiguos pasadizos subterráneos de Khaz Modan,
llegaron los estoicos enanos de Ironforge, al mando de Muradin
Bronzebeard, hermano del rey Magni, anunciando que los orcos ya
habían empezado a asaltar su reino en las montañas. Los enanos
ofrecieron su apoyo, armas e ingeniosas tecnologías. Los humanos,
por su parte, les aseguraron que los orcos serían expulsados a toda
costa. De Aerie Peak han descendido los Wildhammers, montando sus
impresionantes grifos. De la tecno-ciudad de Gnomeregan, los astutos
gnomos, han enviado a sus hábiles pilotos e ingenieros en socorro de
la Alianza, junto con sus poderosos tanques de vapor y autogiros.
Los solitarios elfos de Silvermoon, al mando de la Ranger Alleria
Windrunner, se aventuraron a salir desde los tupidos bosques de
Quel’thalas para ofrecer sus servicios. Sus magias, muy relacionadas
con las fuerzas terrenales, mostraban que los orcos habían profanado
las tierras de Lordaeron como parte de sus siniestros planes.
Anasterian Sunstrider, regidor de Quel´thalas, ha enviado a sus
arqueros, sacerdotes y hechiceras. Estos, largamente desinteresados
en el conflicto por venir, tienen una deuda de honor con Lothar
porque es el único descendiente de los Arathi, que les habían
ayudado en épocas pasadas. Se echó tierra a los prejuicios malignos
que habían existido desde antaño entre las tres razas y se creó un
vínculo entre estos antiguos vecinos, vínculo conocido como “LA GRAN
ALIANZA DE LORDAERON”.


Así, unidos por las armas frente a un mismo enemigo, la Alianza se
erige por encima de las orillas del destino y espera la llegada de
la Marea oscura.
La Horda, ahora liderada por Señor de la Guerra Orgrim Doomhammer,
también ha hecho alianzas. Desde Draenor han llegado los gigantescos
y brutales Ogros, bajo el liderazgo del ogro Cho’gall del clan
Twilight Hammer, y los Trolls Amani del bosque de Silverpine,
lanzadores de hachas y acérrimos rivales de los Altos Elfos, han
decidido pelear por la Horda, al mando de su líder Zul’jin,
recientemente liberado de una prisión en Quel’thalas. Asimismo, los
ambiciosos Goblins, siempre deseosos de poseer oro, se han aliado
con la Horda, y la han provisto de maquinaria de asedio, zeppelines
y barcos. Una masiva campaña ha iniciado para tomar el reino Enano
de Khaz Modan y las regiones sur de Lordaeron, y la Horda ha
diezmado toda oposición.

Las épicas batallas de la Segunda Guerra recuerdan grandes
enfrentamientos navales y peleas aéreas masivas. En las profundas
cavernas de Khaz Modan ha sido desenterrado un poderoso artefacto,
conocido únicamente como Alma de Demonio. Gracias a este artefacto,
los brujos orcos han logrado a esclavizar a una gran dragona roja y
a sus hijos. Amenazada con destruir sus preciosos huevos, la Horda
ha forzado a Alexstrasza, la Protectora de la Vida, la Reina de los
Dragones, a mandar a sus hijos a la guerra. Los nobles dragones
rojos han sido forzados a pelear por la Horda y se han enfrentado,
apoyados por los zeppelines goblins, en gigantescas batallas contra
los autogiros de los gnomos, los jinetes de grifos de los
Wildhammers y los Rangers Elfos. Genn Greymane ha levantado un
fenomenal muro defensivo alrededor de Gilneas, para retrasar lo
máximo posible el avance de la Horda, el famoso “Muro de Greymane”.
La guerra ruge a través de los continentes de Khaz Modan, Lordaeron
y Azeroth. La Horda ha incendiado las fronteras boscosas de
Quel´thalas y ha realizado enormes ataques navales a las refinerías
de aceite de Kul Tiras y a los puertos y ciudades costeras de
Lordaeron. El Almirante Proudmoore ha contraatacado con la Armada
cañoneando las posiciones de los orcos sobre las costas del norte de
Khaz Modan. Uther y los Paladines montan asedio a la ciudad de
Alterac, pero gracias a una revuelta provocada por los propios
campesinos, Lord Perenolde es depuesto, pero logra escapar. Las
fuerzas de Turalyon chocan de frente contra los jinetes de lobos de
la Horda. Las grandes ciudades y pueblos han sido arrasados y
devastados por el conflicto, y a pesar del ingente esfuerzo, Lord
Lothar y los aliados se han visto obligados a retroceder hasta las
murallas mismas de la Ciudad Capital.

Sin embargo, durante los días finales de la Segunda Guerra, cuando
la victoria de la Horda sobre la Alianza parecía segura, una
terrible disputa surgió entre los dos orcos más poderosos sobre
Azeroth. En el momento de la muerte de Medivh, Gul´dan se encontraba
conectado psíquicamente con el corrupto Guardián, por lo que había
caído en un estado de shock que le permitió a Doomhammer tomar el
control de la Horda. Al despertar, se encontró con que el líder orco
se había hecho con la Horda, y había matado a Blackhand y a todos
los miembros del Concejo de la Sombra. Rencoroso, Gul´dan no
guardaba ninguna lealtad hacia Orgrim, pero lo apoyó mientras
llegaba el momento adecuado. Inclusive, para ganarse la simpatía del
nuevo Señor de la Guerra, capturó los cuerpos de varios caballeros
de la Alianza caídos en la batalla, e invocando a los miembros
asesinados del Concejo, logró que sus espíritus revivieran en los
cuerpos de los caballeros, a quienes llamó Caballeros de la Muerte.
Orgrim estaba complacido con los Caballeros de la Muerte, pues eran
poderosos aliados en la batalla, pero no sabía que éstos eran fieles
únicamente a Gul´dan. Mientras Doomhammer prepara su asalto final
sobre la Ciudad Capital de Lordaeron – un asalto que hubiera
resquebrajado los últimos remanentes de la Alianza – Gul´dan y sus
seguidores, los clanes Stormreaver y Twilight Hammer (con su líder
el ogro Cho’gall a la cabeza), abandonaron sus puestos y se hicieron
a la mar. El irritado jefe Doomhammer, viendo reducidas sus fuerzas
debido a los engaños de Gul´dan, ha tenido que abandonar su más
grande oportunidad de victoria sobre la Alianza.

Mirando el costo de la traición de Gul´dan, Doomhammer envía sus
fuerzas para asesinarlo y hacer volver a los renegados. Para su
desgracia, Gul´dan ha desaparecido. Con su líder perdido, los clanes
renegados cayeron fácilmente ante las legiones de Doomhammer. Con la
rebelión acabada, la Horda ha sido incapaz de recuperarse de sus
pérdidas. La traición de Gul´dan no solo le ha dado esperanza a la
Alianza, sino también tiempo para reagruparse y contraatacar.
Lord Lothar se ha dado cuenta de que la Horda se ha fracturado, ha
reunido sus fuerzas y ha empujado, en un choque frontal directo, a
Doomhammer hacia el sur, obligándolo a replegarse hacia el corazón
de la destruida Stormwind. Allí, las fuerzas de la Alianza han
arrinconado a la Horda en retirada en el fuerte volcánico de
Blackrock Spire, donde el clan del Señor de la Guerra tiene su base.
En el fragor de la batalla, los dos bravos líderes se han
encontrado. No se ha visto hasta ahora combate más bravío. Al final,
Lord Lothar ha caído mortalmente herido: Doomhammer logra
derrotarlo, aunque el Señor de la Guerra tampoco ha salido ileso.
Sin embargo, lejos de desalentarse, la muerte de Lothar no produce
el efecto que Orgrim hubiera deseado. Perdido su líder, el
lugarteniente Turalyon levanta el escudo de su comandante y dirige
un furibundo ataque suicida a la base, y a la undécima hora, la
Horda ha retrocedido hasta el abismal Pantano de los Susurros, a los
pies mismos del Portal Oscuro. Finalmente, Uther y los Paladines
realizan un ataque temerario a la fortaleza del Clan de la Espada
Ardiente, logrando abrir una brecha hacia el Portal. Las fuerzas de
Turalyon y Uther combinadas avanzan y destruyen el Portal Oscuro, la
mística puerta que conecta a los orcos con su hogar en Draenor.
Únicamente Kilrogg Ojo Tuerto ha logrado escapar hacia Draenor. Sin
capacidad para recibir refuerzos y divididos durante la batalla, la
Horda finalmente ha caído ante el poder de la Alianza.

Los escasos clanes orcos que han sobrevivido han sido capturados y
colocados en campos de internamiento. Aunque la Horda ha sido
finalmente derrotada para bien, algunos aún están altamente
escépticos de que por fin haya paz. Khadgar, ahora un archimago de
algún renombre, ha convencido a la Alianza de construir el fuerte de
Nethergarde para vigilar las ruinas del Portal Oscuro y asegurarse
de que no haya futuras invasiones desde Draenor.




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Capítulo 4: Alianza y Horda Empty Re: Capítulo 4: Alianza y Horda

Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:38 am

La Invasión de Draenor – Más allá del Portal Oscuro
Fragmentos del diario de un escudero humano. Archivos del Kirin Tor


Con los fuegos de la Segunda Guerra apagándose, la Alianza lleva a
cabo reducidas misiones para acabar con los últimos vestigios de la
Horda orca. Un gran número de campos de internamiento han sido
construidos en el sur de Lordaeron, al este de Aerie Peak. La vieja
fortaleza de Durnholde, elevada sobre una colina que observa todo el
valle, fue elegida como guardiana de los campos de internamiento
orcos. Lord Aedelas Blackmoore, uno de los generales más destacados
durante la Segunda Guerra, ha sido designado patrón de Durnholde. A
su vez, Danath Trollbane, un mercenario de la ciudad de Stormgarde
que ha sido reconocido como héroe luego de asumir el mando de las
fuerzas de su ciudad durante el asedio de la Horda, es designado
como guardián de uno de los campos de internamiento donde los más
fieros guerreros orcos fueron colocados. El mismo Señor de la
Guerra, Orgrim Doomhammer, ha sido puesto preso y se ha constituido
en un esclavo personal de mismo rey Terenas. Solamente un clan, los
Bleeding Hollow de Kilrogg Ojo Tuerto, ha logrado escapar del
control de la Alianza y se refugia en las montañas Redrigde.

En el infernal mundo de Draenor, un nuevo ejército orco se prepara
para golpear a la inadvertida Alianza. Ner´zhul, el antiguo mentor
de Gul´dan, ha reunido los clanes sobrevivientes bajo su negro
estandarte. Aliado con el clan Diente Negro de Rend y Maim (hijos de
Blackhand el Destructor) y apoyado por su propio clan Shadowmoon, el
viejo chamán planea abrir un número de portales sobre Draenor que
conduzca a la Horda a nuevos e inexplorados mundos. Luego de abrir
nuevamente el Portal Oscuro, Kilrogg y los Bleeding Hollow fueron
aclamados como héroes. Algunos clanes, sin embargo, no confiaban del
todo en los planes de Ner’zhul. Fenris el Cazador, capitán del
ejército de Sythegore y jefe del clan Thunderlord, sugirió al viejo
chamán continuar con la conquista iniciada por Doomhammer en Azeroth,
pero Ner’zhul no compartía su visión. Secretamente, Fenris y todo el
clan Thunderlord fueron destruidos por los Shadowmoon, el clan de
Ner’zhul.

Conociendo que la Calavera de Gul’dan, su antiguo discípulo, había
sido capturada por Tagar Spinebreaker del clan de orcos caníbales
Bonechewers, Ner’zhul destruyó al clan y usurpó la Calavera. A su
vez, pretendía robar más artefactos de Azeroth y usarlos para abrir
los portales. La nueva Horda, liderada por el joven Grom Hellscream
(del clan Warsong) y el veterano Kilrogg Ojo Tuerto, sorprendió las
defensas de la Alianza e ingresó al país. Bajo los quirúrgicos
mandatos de Ner´zhul, los orcos rápidamente obtuvieron los
artefactos que necesitaban y volvieron a la seguridad de Draenor.
Luego de robar el Bastón Enjoyado de Sargeras, la Horda batalló
contra Alterac por el Libro de Medivh, y robó el Ojo de Dalaran de
la reconstruida Isla de la Cruz.

Advertidos por el ataque repentino de los orcos, los magos del Kirin
Tor convencen al rey Terenas de realizar una expedición hacia
Draenor, más allá del Portal Oscuro, y acabar con la amenaza orca de
una vez por todas. Las fuerzas de la Alianza, al mando del General
Turalyon y del archimago Khadgar, salen de la fortaleza Nethergate,
y marchan sobre Draenor e inmediatamente, en las terribles praderas
de la Península del Infierno, entraron en combate con los clanes de
Ner´zhul, los Warsong, los Bleeding Hollow y los Shatterend Hand,
éste último al mando del jefe Bladefist. Dándose cuenta del
catastrófico resultado que tendrá el hechizo del brujo orco, Khadgar
en persona, junto a Turalyon, la Ranger elfa Alleria Windrunner, el
veterano Danath Trollbane y el enano Kurdran Wildhammer (montado en
su leal grifo Sky’ree), hacen un desesperado intento por detenerlo.
A pesar de esto, Khadgar no fue capaz de prevenir que el chamán
abriera los portales a otros mundos. Sin embargo, un terrible precio
se tuvo que pagar por ello. Las tremendas energías de los portales
provocaron que Draenor empezara a consumirse en una terrible espiral
de destrucción. Mientras las fuerzas de Turalyon trataban
desesperadamente de volver a Azeroth, el mundo de Draenor se
comprimía sobre sí mismo. Grom Hellscream y Kilrogg Ojo Tuerto,
viendo que la locura de Ner´zhul había traído la perdición a toda su
raza, reunieron a los orcos remanentes y lograron escapar hacia la
relativa seguridad de Azeroth.

En Draenor, Turalyon y Khadgar decidieron hacer un último sacrificio
destruyendo el Portal Oscuro desde su lado. Aunque esto les costaría
sus vidas y las de sus compañeros, sabían que era la única forma de
asegurarse la supervivencia de Azeroth. Gracias a la ayuda del ogro
Mogor, jefe del Clan de la Calavera, logran recuperar el Libro de
Medivh y pasarlo al otro lado con unos pocos sobrevivientes.
Inmediatamente que Hellscream y Ojo Tuerto luchaban su camino entre
las filas humanas en un desesperado esfuerzo por la libertad, el
Portal Oscuro explotaba detrás de ellos. No había regreso.

Ner´zhul y su leal clan Shadowmoon lograron pasar a través de uno de
los portales más grandes. Rend y Maim y el Clan Diente Negro no
pudieron escapar y quedaron atrapados en la caótica dimensión. Luego
una masiva explosión separó los continentes de Draenor. Los océanos
ardientes se abalanzaron sobre la tierra y el torturado mundo fue
finalmente consumido en una masiva y apocalíptica implosión.
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Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:39 am

El Nacimiento del Rey Lich
Leyendas alrededor de una fogata…



Ner'zhul y sus seguidores entraron en el Torbellino del Vacío, el
plano etéreo que conecta todos los mundos que forman la Gran
Oscuridad del Más Allá. Desafortunadamente, Kil'jaeden y sus
demonios los esperaban. Kil´jaeden, quien deseaba vengarse por el
estúpido desprecio de Ner'zhul, lentamente desmembró al viejo
chamán, parte por parte. Kil´jaeden cuidó de que el espíritu del
chamán continuara vivo e intacto, por lo que Ner´zhul observó
dolorosamente cómo su cuerpo era desmembrado. Ner´zhul suplicó al
demonio que dejara en paz su espíritu y le diera muerte, pero el
demonio le replicó que el Pacto de Sangre que habían hecho hace
mucho tiempo continuaba vigente y que todavía Ner'zhul tenía un
propósito para el cual servir.

El fracaso de los orcos en conquistar el mundo para la Legión
Ardiente había forzado a Kil'jaeden a crear un nuevo ejército que
llevara el caos a los reinos de Azeroth. Este nuevo ejército no
debería caer en las mismas pequeñas rivalidades y luchas internas
que plagaron a la Horda. Debería ser inmisericorde y persistente en
su misión. Esta vez, Kil'jaeden no admitiría errores.

Manteniendo en espíritu de Ner´zhul en éxtasis, Kil'jaeden le dio
una última oportunidad de servir a la Legión o sufrir eterno
tormento. Una vez más, Ner'zhul aceptó pactar con el demonio. Su
espíritu fue colocado en un bloque de hielo y diamante especialmente
diseñado de los lugares más lejanos del Torbellino del Vacío.
Atrapado en este casco congelado, Ner´zhul sintió que su conciencia
se expandía diez veces más. Transformado por los caóticos poderes
del demonio, Ner´zhul se había vuelto una entidad espectral de
inmenso poder. En ese momento, el orco conocido como Ner'zhul dejó
de existir para siempre, y el Rey Lich había nacido.
Los leales caballeros de la muerte de Ner'zhul y los chamanes del
clan Shadowmoon también fueron transformados por las caóticas
energías del demonio. Los perversos hechiceros fueron descuartizados
y rearmados como liches esqueléticos. Los demonios se aseguraron que
aún en la muerte, los seguidores de Ner´zhul le servirían
incuestionablemente.

Cuando el tiempo fue el correcto, Kil'jaeden explicó la misión para
la cual el Rey Lich había sido creado. Ner'zhul libraría una plaga
de muerte y terror a lo largo de Azeroth que arrasaría la
civilización humana para siempre. Todos aquellos que murieran por la
plaga se levantarían de nuevo como muertos vivientes, y sus
espíritus quedarían eternamente unidos a Ner'zhul. Kil´jaeden
prometió a Ner´zhul que una vez que cumpliera su oscura misión de
azotar la humanidad, le dejaría libre de su maldición y le daría un
nuevo y sano cuerpo en el cual habitar.

Aunque Ner'zhul parecía ansioso de iniciar su parte, Kil´jaeden
permanecía escéptico de sus débiles lealtades. La ausencia de cuerpo
del Rey Lich y su prisión de hielo aseguraban su buena conducta por
corto tiempo, pero el demonio sabía que debería colocar un ojo
vigilante sobre él. Para este fin, Kil´jaeden asignó a su élite
demoníaca, los vampíricos Señores del Terror, de vigilar a Ner'zhul
y asegurarse de que cumpliera su cometido. Tichondrius, el más
poderoso y astuto de los Señores del Terror, aceptó el reto; se
encontraba fascinado por la severidad de la plaga y la potencial
habilidad del Rey Lich para el genocidio
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Mensaje por MERCER Dom Ago 24, 2008 9:39 am


Icecrown y el Trono de Hielo



Kil'jaeden envío el casco de hielo con Ner'zhul de vuelta al mundo
de Azeroth. El endurecido cristal cruzó el negro cielo y se estrelló
en el desolado continente de Northrend, clavándose profundamente en
el glaciar de Icecrown. El cristal congelado, moldeado y
resquebrajado por el violento descenso, tomó la forma de un trono, y
el vengativo espíritu de Ner'zhul pronto tomó conciencia de ello.


Desde los confines del Trono de Hielo, Ner'zhul comenzó a explorar
con su vasta conciencia y tocó las mentes de los habitantes nativos
de Northrend. Con poco esfuerzo, esclavizó las mentes de las muchas
criaturas indígenas, incluyendo los trolls de hielo y los fieros
wéndigos, y dirigió a sus malvados hermanos hacia la Sombra. Usando
sus poderes casi ilimitados, creó un pequeño ejército que se albergó
en los laberintos de Icecrown. Conforme del Rey Lich manejaba sus
crecientes habilidades bajo la persistente vigilancia de los Señores
del Terror, descubrió un remoto asentamiento humano en la costa de
las vastas Ruinas del Dragón. Ner´zhul decidió probar sus poderes en
los desprevenidos humanos.

Ner'zhul lanzó su plaga – la cual se había originado desde las
profundidades del Trono de Hielo, en los desperdicios árticos.
Controlando la plaga con su voluntad, atacó la villa humana. Al cabo
de tres días, todos en el asentamiento habían muerto, pero casi
inmediatamente, los habitantes muertos empezaron a levantarse como
cuerpos zombificados. Ner'zhul podía sentir sus espíritus
individuales como si fueran parte de él mismo. La inmensa cacofonía
en su mente causó que Ner'zhul se hiciera más poderoso, sus
espíritus le proveyeron de mucho más sustento. Descubrió que era
juego de niños controlar a las acciones de los zombis y hacerlos
cumplir sus deseos.

Durante los siguiente meses, Ner'zhul continuo experimentando con su
plaga de muertes vivientes subyugando a cada humano habitante de
Northrend. Con su ejército de muertos vivientes creciendo
diariamente, supo que su verdadera prueba estaba cerca.




Guerra de la Araña
Ruinas de Azjol-Nerub



Ner'zhul continuó consolidando su poder en su base de Northrend. Una
gran ciudadela fue erigida en el glaciar Icecrown y fortificada por
las crecientes legiones de los muertos. Pero, mientras el Rey Lich
afirmaba sus fuerzas en Northrend, el Imperio subterráneo de
Azjol-Nerub, el cual había sido fundado por una raza de siniestras
arañas humanoides, envió a sus guardia de guerreros de élite contra
Icecrown con el propósito de acabar con el dominio del Rey Lich.
Para mayor frustración, Ner´zhul comprobó que los malignos nerubian
eran inmunes no solo a la plaga, sino a su dominación telepática
también.

Los señores araña Nerubian, descendientes de los insectoides
Azil’Aqir, comandaban inmensas fuerzas y sus vastas redes
subterráneas estrechaban casi la mitad de la ciudadela de Northrend.
Sus tácticas de guerrillas sobre las fortalezas del rey Lich iban
esperanzadas en derrotarlo con el tiempo. La Guerra de la Araña se
ganó por desgaste. Con la ayuda de los siniestros Señores del Terror
y los innumerables guerreros muertos vivientes, el rey Lich invadió
Azjol-Nerub y destruyó los templos subterráneos, que cayeron sobre
las cabezas de los señores araña Nerubian.

Aprovechando la existencia cercana del cementerio de los Dragones
Azules, el Dragonblight, Ner’zhul utilizó sus poderes de nigromancia
para animar los esqueletos de los Dragones, a los que llamó Wyrns de
hielo, sus mascotas favoritas, y los lanzó en un inmenso ataque
aéreo sobre Azjol-Nerub. Finalmente, montó un terrible asedio sobre
la Fortaleza de Draktharon, donde el último de los Reyes Nerubian,
Anub’Arak el Inmisericorde, había atrincherado sus fuerzas. Durante
el ataque, el gran Anub’Arak cayó mortalmente herido. Su cuerpo fue
momificado y enterrado en un sarcófago bajo un ziggurat, según la
tradición nerubian. Como los nerubian eran inmunes a la plaga,
Ner´zhul utilizó sus poderes de nigromancia para levantar los
cuerpos de los guerreros araña y aliarlos a él. Estos serían
conocidos como Demonios de la Cripta. Astutamente, el rey Lich
levantó también al caído rey Anub’Arak, y lo designó general de su
ejército.

Como testamento de su tenacidad y osadía, Ner´zhul adoptó el estilo
arquitectónico distintivo de los nerubian para sus propias
fortalezas y estructuras. Libre para liderar sin oposición su reino,
el Rey Lich se preparó para su verdadera misión en el mundo.
Explorando entre las tierras humanas con su vasta conciencia, el Rey
Lich llamó a cualquier alma oscura que estuviera dispuesta a
escuchar…


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