CAPITULO 2 - EL NUEVO MUNDO
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CAPITULO 2 - EL NUEVO MUNDO
Capítulo 2: El Nuevo Mundo
La fundación de Quel´thalas
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(6800 años antes de la Primera Guerra)
Los Altos Elfos, liderados por Dath´Remar, dejaron Kalimdor atrás y
retaron las tormentas del Maelstrom. Sus flotas navegaron el ancho
mundo por muchos años, y descubrieron misteriosos reinos perdidos a
lo largo de su viaje. Dath´Remar, quien había tomado el nombre de
Sunstrider (“El que camina de día”), buscaba lugares de gran poder
sobre los cuales construir el nuevo hogar de su pueblo.
Su flota finalmente llegó a las playas de un continente que más
tarde sería llamado Lordaeron. Desembarcando, los altos elfos
fundaron un asentamiento en los tranquilos Claros de Tirisfal.
Después de pocos años, muchos de ellos comenzaron a volverse locos.
Los sacerdotes altos elfos teorizaron que algo maligno dormía en
esta parte particular del mundo, pero los rumores nunca pudieron ser
probados. Los Altos Elfos levantaron su campamento y se movilizaron
hacia el norte, donde existía otra zona rica en energías.
Conforme los Altos Elfos cruzaban las ricas tierras montañosas de
Lordaeron, su viaje se volvía cada vez más difícil. Desde que se
cortó su relación con las energías del Pozo de la Eternidad, muchos
de ellos cayeron por el frío clima o murieron de enfermedades. El
más desconcertante cambio, sin embargo, fue el hecho de que ya no
eran inmortales ni inmunes a los elementos. Se volvieron más
pequeños de lo que eran, y su piel se volvió blanca, perdiendo el
color púrpura característico de su raza, y su cabello se volvió
rubio, como el sol. Para complicar sus trabajos, encontraron
increíbles criaturas que nunca habían visto en Kalimdor. También
encontraron una tribu primitiva de humanos que cazaba en los
antiguos bosques. Sin embargo, el mayor reto fue enfrentarse a los
voraces y astutos trolls de Zul’Aman.
Estos trolls habían formado un gran reino, el Imperio Amani, y
tenían la capacidad de regenerar su piel y sus miembros ante las más
terribles lesiones, pero probaron ser una raza barbárica y malvada,
y demostraban ser hostiles a los extranjeros que traspasaban sus
fronteras. Los elfos desarrollaron una profunda animadversión por
los viciosos trolls y los mataron donde quiera que los encontraban.
Por siglos, el Imperio Amani combatió a otros reinos trolls que se
habían asentado en los continentes del sur, los Gurubashi de la
Jungla de Strangletorn, pero la llegada de los Altos Elfos fue
considerada un insulto para sus ancestros y sus dioses.
Después de muchos años, los Altos Elfos finalmente encontraron una
tierra que era parte remanente del antiguo continente de Kalimdor.
En las profundidades de los bosques del continente, fundaron el
reino de Quel´thalas, y se abocaron a crear un poderoso imperio que
superara el de sus primos Kaldorei. Desafortunadamente la ciudad fue
fundada sobre los restos de un antiguo asentamiento que los trolls
consideraban sagrado. Casi inmediatamente, los trolls comenzaron
atacar los asentamientos elfos en masa.
Los elfos, decididos a no abandonar su nueva tierra, utilizaron su
magia para combatir a los salvajes trolls. Bajo el liderazgo de
Dath’Remar, fueron hábiles para derrotar a las bandas guerreras de
los Amani, que los superaban diez a uno. Algunos elfos, sin embargo,
recordando las anteriores prevenciones de los Kaldorei, temieron que
el uso de la magia pudiera llamar la atención de la derrotada Legión
Ardiente. Por lo tanto, decidieron defender sus tierras con una
barrera protectora que les permitiera realizar sus encantamientos.
Construyeron una serie de monolíticas Runas en varios puntos
alrededor de Quel´thalas que demarcaran las fronteras de la mágica
barrera. Las Runas no solamente enmascaraban la magia elfa de ser
detectada por otras dimensiones, sino que les ayudó a ahuyentar las
supersticiosas bandas de trolls.
Con el paso del tiempo, Quel´thalas se transformó en un monumento al
progreso mágico de los Altos Elfos. Sus vetustos palacios fueron
forjados con el mismo estilo estructural que los antiguos salones en
Kalimdor, pero respetando la topografía de la tierra. Quel´thalas
comenzó a brillas como la joya que los Altos Elfos siempre soñaron.
El Concejo de Silvermoon fue fundado para regir el poder sobre
Quel´thalas, pero la dinastía de los Sunstrider siempre mantendría
un módico poder político sobre la ciudad. Compuesto por siete de los
más grandes señores de los Altos Elfos, el Concejo trabajaba para
asegurar la seguridad de las tierras elfas y su pueblo. Rodeados por
su barrera protectora, los Altos Elfos olvidaron las advertencias de
los Elfos Nocturnos y continuaron usando la magia en casi todos los
aspectos de sus vidas. En el centro de Silvermoon, sobre una enorme
isla al norte de Zul’Aman, crearon el Pozo del Sol, con aguas
remanentes del Pozo de la Eternidad que habían traído desde Kalimdor.
Casi por cuatro mil años los elfos nocturnos vivieron pacíficamente
dentro de la seguridad de su reino. Sin embargo, los conflictivos
trolls no eran fáciles de derrotar. Estos se escondían en la
profundidad de los bosques y esperaban que el número de sus bandas
creciera. Hasta que, finalmente, un poderoso ejército troll emergió
de los sombríos bosques e inició el asedio de la brillante
Quel´thalas.
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Re: CAPITULO 2 - EL NUEVO MUNDO
[b]La Edad del Hombre - Arathor y las Guerras de los Trolls.
(2800 años antes de la Primera Guerra)
[/b]
(2800 años antes de la Primera Guerra)
[/b]
Mientras los Altos Elfos peleaban por sus vidas contra el continuo
asedio de los trolls, los primitivos y nómadas humanos de Lordaeron
peleaban por consolidar sus propias tierras tribales. Las tribus de
la temprana humanidad luchaban unas contra otras con muy poca
identidad de unidad u honor. Hasta que una de las tribus, conocida
como los Arathi, tomó conciencia que la amenaza troll era muy grande
para ser ignorada. Los Arathi se dispusieron a unir todas las tribus
bajo su égida y proveer un frente unificado contra los trolls.
Durante el curso de los siguientes seis años, los astutos Arathi
manipularon y derrotaron a las tribus rivales. Con cada victoria,
los Arathi ofrecían paz e igualdad a los pueblos conquistados, con
lo que se ganaban la lealtad del pueblo derrotado. Eventualmente, la
tribu Arathi logró incorporar muchas tribus dispersas, y las filas
de su ejército se volvieron enormes. Considerando necesario prevenir
un inminente ataque de los trolls, e incluso a los reclusivos altos
si fuese necesario, los altos señores Arathi decidieron construir
una poderosa ciudad-fortaleza en la región sureste de Lordaeron. La
ciudad-estado, llamada Strom, se convirtió en la capital de la
nación Arathi, Arathor. Conforme Arathor prosperaba, humanos de todo
el inmenso continente viajaron hacia el sur, hacia la seguridad de
Strom.
Unidos bajo un solo estandarte, las tribus humanas desarrollaron una
fuerte y optimista cultura. Thoradin, rey de Arathor, tenía
conocimiento de la existencia de los misteriosos elfos de las
tierras del norte, y del constante asedio de estos por los trolls,
pero él rehuía arriesgar la seguridad de su gente para defender a
los reclusivos extranjeros. Muchos meses pasaron hasta que rumores
acerca de la derrota de los elfos llegaron del norte. No fue sino
hasta que los embajadores de Quel´thalas llegaron a Strom que
Thoradin decidió enfrentar la amenaza troll.
Los elfos informaron a Thoradin que los ejércitos troll eran
inmensos y que una vez que los trolls destruyeran Quel´thalas, se
volverían a atacar el sur. Los desesperados elfos, en su necesidad
de ayuda militar, prometieron entrenar a un selecto grupo de humanos
en la magia a cambio de la ayuda contra las bandas de guerra troll.
Thoradin, sin conocer ninguna magia, decidió ayudar a los elfos.
Casi inmediatamente, hechiceras elfas llegaron a Arathor y
comenzaron la instrucción de los humanos en los caminos de la magia
arcana.
Los elfos descubrieron que algunos humanos tenían una capacidad
innata para controlar la magia, y una afinidad natural hacia ella.
Cien hombres fueron instruidos en los secretos mágicos básicos de
los elfos: no más absolutamente de los necesarios para combatir a
los trolls. Convencidos de que sus estudiantes humanos estaban
listos para ayudarles, los elfos dejaron Strom y viajaron hacia el
norte al lado de los poderosos ejércitos del rey Thoradin.
Los ejércitos unidos de elfos y humanos irrumpieron fuertemente
contra las bandas de trolls al pie de las Montañas Alterac. La
batalla duró muchos días, pero los ejércitos de Arathor no se
retiraron hasta que el último troll cayera. Los señores elfos
dejaron caer todo el poder de su magia sobre los enemigos. Los cien
magos humanos y una multitud de hechiceras elfas llamaron la furia
de los cielos y la dejaron caer sobre los ejércitos trolls. Los
fuegos elementales prevenían la regeneración de las heridas de los
trolls y quemaban sus torturadas formas desde el interior.
Con los ejércitos trolls derrotados y en retirada, los ejércitos de
Thoradin embistieron a cada uno de sus soldados. Los trolls nunca se
recobrarían de su derrota, y la historia nunca volvería a ver a los
trolls como una nación unida de nuevo. Segura Quel´thalas de la
destrucción, los elfos juraron lealtad y amistad a la nación humana
de Arathor y a la línea real de Thoradin. Humanos y elfos tendrían
relaciones pacíficas en las épocas venideras.
Los Guardianes de Tirisfal
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(2700 años antes de la Primera Guerra)
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(2700 años antes de la Primera Guerra)
Con la ausencia de los trolls de las tierras del norte, los elfos de
Quel'Thalas se dedicaron a fortalecer su gloriosa patria. Los
victoriosos ejércitos de Arathor volvieron a casa en la sureña Strom.
La sociedad humana creció y prosperó, mientras que Thoradin, viendo
como su reino se extendía, mantuvo a Strom como el centro del
imperio arathoriano. Después de muchos pacíficos años de crecimiento
y comercio, el poderoso Thoradin murió de vejez, dejando a la joven
generación de Arathor libre para expandir el imperio más allá de las
costas de Strom.
Los cien magos originales, quienes fueron instruidos en los caminos
de la magia por los elfos, estudiaron sus poderes y estudiaron las
místicas disciplinas de hacer encantos con mucho más detalle. Estos
magos, inicialmente escogidos por su fuerza y noble espíritu,
siempre practicaron la magia con cuidado y responsabilidad. Sin
embargo, pasaron sus secretos y poderes a una generación nueva que
no tenía concepto de los rigores de la guerra o la necesidad por
sobrevivir. Estos jóvenes magos empezaron a practicar la magia por
gusto personal sin ninguna responsabilidad para con sus congéneres.
Como el imperio se extendía hacia nuevas tierras, los jóvenes magos
también viajaron hacia el sur. Usando sus poderes místicos, los
magos protegían a sus hermanos de las criaturas salvajes de la
tierra e hicieron posible la colonización en nuevas ciudades-estado
construidas en las zonas salvajes. Sin embargo, como sus poderes
crecían, los magos comenzaron a aislarse del resto de la sociedad.
La segunda ciudad-estado arathoriana, DALARAN, fue fundada al norte
de Strom. Muchos magos de todos los confines de Strom dejaron atrás
la ciudad y viajaron a Dalaran, donde esperaban usar sus nuevos
poderes con gran libertad. Estos magos elevaron una inmensa espiral
encantada, la Ciudadela Violeta, en Dalaran, y se sumergieron en lo
profundo de sus estudios. De esta forma, los magos humanos
aprendieron a convocar las ventiscas y la lluvia, a
tele-transportarse de un lugar a otro, a volverse invisibles, a
metamorfosear a otros seres en animales, e inclusive, lograron
liberar a los Elementales de Agua de su prisión, y utilizarlos en el
combate como aliados. Los ciudadanos de Dalaran toleraban a los
magos y constituyeron una fuerte economía bajo la protección de las
artes mágicas de sus defensores. Pero un secreto poder acechaba a
los despreocupados humanos.
Los siniestros agentes de la Legión Ardiente, que habían sido
expulsados con el estallido del Pozo de la Eternidad, fueron
atraídos al mundo por los constantes hechizos de los magos de
Dalaran, que había logrado romper el delgado hilo que separa la
realidad de las dimensiones etéreas. Estos relativamente débiles
demonios no aparecían como una fuerza peligrosa, pero causaban
considerable confusión y caos en las calles de Dalaran. Muchos de
estos demonios provocaron insólitos eventos, y los magos regidores
de Dalaran decidieron ocultarlos del público. Los más poderosos
magos fueron enviados a capturar a los elusivos demonios, pero a
veces eran vencidos por algún solitario poderoso agente de Legión.
Después de unos pocos meses, los supersticiosos campesinos empezaron
a sospechar que sus magos les ocultaban una terrible verdad. Rumores
de una revolución empezaron a recorrer las calles de Dalaran y los
paranoicos ciudadanos dudaban acerca de las prácticas y motivos de
los magos que una vez admiraron. Posesiones, apariciones de temibles
criaturas demoníacas, asesinatos sin motivo alguno, empezaron a
producir el pánico entre los habitantes de la ciudad. Los Magos,
temiendo una rebelión por parte de los campesinos y que Strom tomara
acción contra ellos, se volvieron al único grupo que entendería su
particular problema: los Altos Elfos.
Alarmados por las noticias de los Magos acerca de la actividad
demoníaca en Dalaran, los elfos rápidamente a sus magos más
poderosos a las tierras humanas. Los magos elfos estudiaron las
energías en Dalaran, y elaboraron reportes detallados de actividad
demoníaca en la ciudad. Concluyeron que eran debidas solamente a
unos pocos demonios perdidos en el mundo, pero la Legión misma
podría retornar si los humanos continuaban usando las fuerzas de la
magia.
Recordando el pecado de sus ancestros, el Concejo de Silvermoon, que
regía los elfos de Quel'Thalas, hizo un pacto secreto con los Magos
de Dalaran. Los elfos informaron a los Magos acerca de la ancestral
historia de Kalimdor y la Legión Ardiente, una historia que había
estremecido al mundo. Informaron a los humanos que, mientras más
tiempo usaran la magia, tendrían que proteger a sus ciudadanos de
los malvados agentes de la Legión. Los Magos propusieron la noción
de dar poder a un simple campeón mortal, quien utilizaría sus
poderes colectivos para pelear una infinita guerra secreta contra la
Legión. Esto permitiría a la mayoría de la humanidad ignorar por
completo la existencia de los Guardianes y su guerra contra la
Legión, por temor a que el pueblo entrara en pánico y paranoia. Los
elfos estuvieron de acuerdo y propusieron fundar una orden secreta
para dedicarse a la elección del Guardián y ayudarle a combatir el
caos en el mundo. Esta era la forma en que los Altos Elfos se
redimirían de sus pasadas faltas…
La sociedad estableció sus reuniones secretas en las sombrías
Praderas de Tirisfal, donde primeramente desembarcaron los Altos
Elfos en Lordaeron. Se llamaron a sí mismos como la secta secreta de
los Guardianes de Tirisfal. Los campeones mortales serían escogidos
para ser Guardianes y serían imbuidos por los poderes de los magos
elfos y humanos. Solamente habría un Guardián a la vez, pero
tendrían un vasto poder para derrotar a los agentes de la Legión
donde quiera que los encontrara. El poder del Guardián era tan
grande que solamente el Concilio de Tirisfal era capaz de elegir los
potenciales sucesores del Guardián. Cuando un Guardián era muy viejo
o débil en su guerra secreta contra el caos, el Concilio elegía un
nuevo campeón, y bajo condiciones controladas, formalmente canalizar
los poderes del Guardián en el nuevo agente.
Con el paso de las generaciones, los Guardianes ha defendido a la
humanidad en su guerra invisible contra la Legión Ardiente sobre las
tierras de Arathor y Quel´thalas. Arathor crecía y prosperaba
mientras el uso de la magia engrandecía su imperio. Mientras tanto,
los Guardianes se encargaban de observar cualquier signo de
actividad demoníaca.
Última edición por MERCER el Dom Ago 24, 2008 11:31 am, editado 3 veces
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Re: CAPITULO 2 - EL NUEVO MUNDO
Ironforge – El despertar de los Enanos
Runas enanas de Ironforge
(2500 años antes de la Primera Guerra)
En tiempos ancestrales, después de que los Titanes partieron de
Azeroth, sus hijos, los Titánides, continuaron su función de formar
y guardar las profundidades abismales del mundo. Los Titánides no
mostraron interés por los hechos de las razas que poblaban la
superficie y solamente se inmiscuían en sus asuntos en las oscuras
cavernas de la tierra.
Cuando el mundo fue destruido por la implosión del Pozo de la
Eternidad, los Titánides fueron profundamente afectados. Sufriendo
el dolor mismo de la tierra, los Titánides perdieron mucho de su
identidad y se fundieron con las rocas de donde habían sido creados.
Uldaman, Uldum, Ulduar... estos fueron los nombres de las antiguas
ciudades donde los Titánides primeramente tomaron forma.
Profundamente dormidos en la profundidad de las cavernas, los
Titánides descansaron en paz por cerca de ocho mil años.
“No está claro por qué despertamos”- rezan las antiguas runas
enanas. “Pero habíamos cambiado durante la hibernación. Nuestras
rocosas formas se habían vuelto piel, y nuestros poderes sobre la
piedra y la tierra habían desaparecido. Éramos criaturas mortales”.
Los últimos Titánides dejaron atrás los salones de Uldaman y se
aventuraron a caminar sobre la superficie. Nunca abandonaron la
seguridad de las profundidades y las maravillas de las cavernas, por
lo que fundaron un vasto reino bajo la más alta montaña de la
tierra. Llamaron a su tierra, Khaz Modan. Construyeron un altar para
su padre el Titán Khaz´goroth, y fundaron una poderosa forja en el
corazón de la montaña. La ciudad que creció alrededor de la forja se
llamó IRONFORGE. A partir de ese instante, se llamarían asimismo
Enanos.
Los enanos, por naturaleza fascinados con las gemas y la piedra,
construyeron minas en las montañas circundantes para extraer ricos y
preciosos metales. Felices con sus trabajos bajo la tierra, los
enanos se despreocuparon de las ligerezas de sus vecinos de la
superficie.
Los Siete Reinos
Archivos de Kirin Tor
(1200 años antes de la Primera Guerra)
Strom continuó actuando como capital de Arathor, pero al igual que
Dalaran, muchas nuevas ciudades-estado aparecieron a lo largo del
continente de Lordaeron. Gilneas, Alterac, y Kul Tiras fueron las
primeras ciudades-estado en levantarse, y aunque tenían sus propios
gobiernos y relaciones comerciales, seguían bajo la autoridad
unificada de Strom.
Bajo el ojo vigilante de la Orden de Tirisfal, Dalaran se convirtió
en el corazón del aprendizaje para los magos de toda la tierra. Los
Magos que regían Dalaran crearon el KIRIN TOR, una cámara
especializada encargada de catalogar y registrar cada hechizo,
artefacto y objeto mágico conocido por la humanidad a través del
tiempo.
Gilneas y Alterac se convirtieron en fuertes soportes militares de
Strom y desarrollaron grandes ejércitos que exploraron las
montañosas tierras de Khaz Modan. Fue durante este periodo que los
humanos conocieron a la antigua raza de enanos y viajaron a la
cavernosa ciudad subterránea de Ironforge. Los humanos y los enanos
intercambiaron muchos secretos acerca de los usos del metal y la
ingeniería y descubrieron una singular y mutua afinidad por las
batallas y el relato de historias.
La ciudad-estado de Kul Tiras, fundada sobre una gran isla al sur de
Lordaeron, desarrolló una próspera economía basada en la pesca y el
comercio mercante. Con el tiempo, Kul Tiras construyó una poderosa
armada que exploró los mares y tierras conocidas en busca de bienes
exóticos para comercial. Mientras la economía de Arathor florecía,
sus fuertes componentes empezaron a desintegrarse.
Con el tiempo, los señores de Strom decidieron movilizar sus estados
a las fértiles tierras del norte de Lordaeron y dejar sus áridas
tierras del sur. Los nietos del rey Thoradin, los últimos
descendientes de la dinastía Arathi, argumentaron que Strom no
debería ser abandonada, lo que incurrió en el descontento de los
grandes ciudadanos, dispuestos a partir. Los señores de Strom,
observando la pureza del intocado norte, decidieron dejar atrás su
ancestral ciudad. Hacia el norte de Dalaran, los señores de Strom
construyeron una nueva ciudad que llamaron LORDAERON. El continente
entero tomó el nombre de esta ciudad. Lordaeron se convirtió en una
meca religiosa y en refugio de paz y seguridad para todos los
desvalidos
Los descendientes de los Arathi, permanecieron fieles a los antiguos
muros de Strom, decidieron viajar hacia el sur sobre las rocosas
montañas de Khaz Modan. Su viaje finalmente terminó luego de muchas
eras, y se asentaron en el norte del continente que luego se llamó
AZEROTH. En un fértil valle fundaron el reino de Stormwind, el cual
se convirtió en un poderoso reino.
Los pocos guerreros que permanecieron en Strom decidieron guardar
los ancestrales muros de la ciudad. Strom ya no era más el centro
del imperio, pero se desarrolló en una nueva nación conocida como
Stormgarde (La Guardia de Strom). Conforme cada ciudad prosperaba y
crecía, el imperio arathoriano se vio efectivamente desintegrado.
Cada nación desarrolló sus propias costumbres y creencias, y se
fueron separando unas de otras. La visión del rey Thoradin de una
humanidad unida había finalmente fracasado.
Última edición por MERCER el Dom Ago 24, 2008 11:32 am, editado 1 vez
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Re: CAPITULO 2 - EL NUEVO MUNDO
Aegywnn y la cacería del Dragón
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(830 años antes de la Primera Guerra)
Como las rivalidades políticas y militares de las siete naciones
humanas aumentaban y empeoraban, la línea de los Guardianes estaba
en constante vigilancia contra el caos. Hubo muchos Guardianes a
través de los años, pero solamente uno tenía los poderes mágicos de
Tirisfal a la vez. Uno de los últimos Guardianes se distinguió como
un poderoso guerrero contra la sombra. Magna Aegwynn, una bravía
chica humana, ganó la aprobación de la Orden y se le dio el manto de
los Guardianes. Aegwynn trabajaba vigorosamente en cazar y erradicar
a los demonios donde quiera que los encontrara, pero a menudo
cuestionaba la autoridad del Concilio de Tirisfal, dominado por
hombres. Ella creía que los ancestrales elfos y los envejecidos
magos que presidían el Concilio eran demasiado rígidos en sus
pensamientos y no tenían la decisión suficiente de poner fin al
conflictivo caos. Impaciente con las lentas discusiones y debates,
decidió probarse a sí misma y a sus superiores, por lo que
frecuentemente demostraba un valor más allá del entendimiento en
situaciones cruciales.
Como su dominio de poder cósmico de Tirisfal crecía, Aegwynn
descubrió que un creciente número de poderosos demonios había
aparecido en el congelado continente de Northrend. Viajando al
distante norte, Aegwynn encontró a los demonios entre las montañas.
Descubrió que estos demonios habían cazado a uno de los últimos
dragones sobrevivientes y habían absorbido la magia innata de las
ancestrales criaturas. Los poderosos dragones azules, hijos de
Malygos el Forjador de Conjuros, con el aumento de las sociedades
mortales sobre el mundo, decidieron enfrentarse ellos mismos a las
oscuras artes mágicas de la Legión. Aegwynn confrontó a los
demonios, y con ayuda de los nobles dragones, los vencieron. Sin
embargo, tan pronto como el último demonio desapareció del mundo,
una gran tormenta emergió desde el norte. Una enorme figura oscura
apareció sobre el cielo de Northrend. Sargeras, el rey de los
demonios y señor de la Legión Ardiente, apareció ante Aegwynn y la
atacó con increíble energía. Le dijo a la joven Guardiana que el
tiempo de Tirisfal estaba a punto de llegar a su fin y que el mundo
pronto sería devorado por la Legión.
La valiente Aegwynn, creyéndose suficientemente fuerte para pelear
con el amenazante dios, lanzó sus poderes contra Sargeras. Con
desconcertante facilidad, Aegwynn derrotó al demonio y logró matar
su forma física. Creyendo que el espíritu de Sargeras había pasado
al abismo, la noble Aegwynn llevó su ruinoso cuerpo a uno de los
antiguos salones de Kalimdor que se encontraba cerca del centro del
mar, donde colapsó el Pozo de la Eternidad. Aegwynn nunca sospechó
que eso era exactamente lo que Sargeras había planeado...
[size=18]
Guerra de los Tres Martillos
Runas enanas de Ironforge
(230 años antes de la Primera Guerra)
Los enanos de Ironforge vivieron en paz por muchas centurias. Sin
embargo, su sociedad había crecido entre los confines de sus
montañosas ciudades. Mientras el poderoso Alto Rey Enano, Modimus
Anvilmar, regía sobre los enanos con justicia y visión, tres
poderosas facciones se fortalecieron sobre la sociedad enana.
El Clan Bronzebeard, regido por el Rey Madoran Bronzebearb, muy
cercano al Alto Rey y tradicionalmente defensores de Ironforge. El
Clan Wildhammer, regido por el Rey Khardros Wildhammer, habitaba los
fuertes y minas cercanos a la base de la montaña y ganaba cada vez
más control sobre la ciudad. La tercera facción, el Clan Dark Iron,
estaba regido por el rey-hechicero Thaurissan. Los enanos de este
clan habitaban las profundas sombras dentro de la montaña y
conspiraban contra los Bronzebeards y Wildhammers.
Por un tiempo las tres facciones mantuvieron la paz, pero las
tensiones estallaron cuando el Alto Rey Anvilmar murió de avanzada
edad. Los tres clanes en pugna estallaron en una guerra por el
control de Ironforge. La guerra civil enana rugió bajo la tierra por
muchos años. Eventualmente los Bronzebeards, con un ejército más
grande y fuerte, expulsaron a los Dark Iron y a los Wiildhammers
fuera de la montaña.
Khardros y sus Wildhammers viajaron hacia el norte a través de las
puertas de Dun Algaz, y fundaron su propio Reino en el distante pico
de GRIM BATOL. Allí, los Wildhammers cavaron y reconstruyeron sus
perdidos tesoros. Thaurissan y sus Dark Iron no tuvieron tanta
suerte. Humillados y encolerizados por su derrota, deseaban venganza
contra Ironforge. Guiando a su gente hacia el sur, Thaurissan fundó
una ciudad (que llamó como el mismo) bajo las bellas Montañas
Redridge. Prosperidad y el paso de los años no disminuyeron el
rencor de los Dark Iron contra sus primos. Thaurissan y su esposa
hechicera, Modgud, lanzaron dos prolongados asaltos contra Ironforge
y Grim Batol. Los Dark Irons reclamaban Khaz´Modan para ellos solos.
El ejército Dark Iron atacó los fuertes de sus primos y estuvieron
cerca de tomar ambos reinos. Sin embargo, Madoran Bronzebearb lideró
a su clan a la decisiva victoria sobre el ejército de brujos de
Thaurissan. Este y sus sirvientes se retiraron a la seguridad de la
ciudad, sin conocer la suerte del ejército de Modgud contra Khardros
y sus guerreros Wildhammer.
Conforme enfrentaba a sus enemigos, Modgud usaba sus poderes para
sumir en miedo sus corazones. Las Sombras se movían a su mandato, y
criaturas tenebrosas brotaban de la tierra para atacar a los
Wildhammers en sus propios salones de Grim Batol. Eventualmente
Modgud rompió las puertas de la ciudad y empezó el asedio del fuerte
principal. Los Wildhammers pelearon desesperadamente, Khardros mismo
tomó sus mazas y mató a la reina-bruja. Con su reina muerta, los
Dark Irons sufrieron la furia de los Wildhammers, huyeron hacia la
fortaleza de su rey, solamente para toparse con los ejércitos de
Ironforge, que habían acudido en ayuda de Grim Batol. Atrapados
entre los dos ejércitos, los últimos Dark Iron fueron destruidos.
Los ejércitos unificados de Ironforge y Grim Batol se dirigieron al
sur para destruir a Thaurissan y sus Dark Irons de una vez por
todas. Este, desesperado en su furia, invocó un hechizo de
proporciones cataclísmicas. Tratando de invocar un ser sobrenatural
que le asegurara la victoria, Thaurissan convocó antiguos poderes
durmientes bajo el mundo. En su estado de shock, y para su
perdición, la criatura que emergió no podía ser más terrible que
cualquier pesadilla que se pudo imaginar.
Ragnaros el Señor del Fuego, el inmortal señor de los fuegos
elementales, derrotado por los Titanes cuando el mundo era joven,
emergió entre potentes llamaradas. Liberado por el llamado de
Thaurissan, Ragnaros erupcionó de nuevo a la superficie. El
renacimiento apocalíptico de Ragnaros en Azeroth resquebrajó las
Montañas Redridge y creó un furioso e inmenso volcán en el centro de
la devastación. El volcán, llamado Blackrock Spire, estaba limitado
por la Costa Rugiente al norte, y las Estepas Ardientes al sur.
Muerto Thaurissan por las fuerzas que el mismo liberó, sus hermanos
sobrevivientes fueron esclavizados por Ragnaros y sus elementales de
fuego. Él domina Blackrock Spire hasta el día de hoy.
Observando la horrorifica devastación y los fuegos de las montañas
del sur, los reyes Madoran y Khardros levantaron sus ejércitos y
retornaron a la seguridad de sus reinos, eludiendo dar la cara a la
ira de Ragnaros.
Los Bronzebeards volvieron a Ironforge y reconstruyeron su gloriosa
ciudad. Los Wildhammers retornaron a Grim Batol. Sin embargo, la
muerte de Modgud había dejado en un terrible estado el fuerte, y los
Wildhammers lo encontraron inhabitable. El Rey Bronzebearb ofreció a
los Wildhammers un lugar para vivir dentro de las fronteras de
Ironforge, pero los Wildhammers lo rechazaron. Khardros tomó a su
pueblo y lo llevó hacia el norte, hacia las tierras de Lordaeron.
Ingresando en los frondosos bosques de Hinterland, los Wildhammers
construyeron una ciudad en Aerie Peak, donde los Wildhammers
estuvieran en contacto con la naturaleza y eventualmente domaron a
los grifos del área.
Tratando de mantener relaciones de comercio con sus primos, los
enanos de Ironforge construyeron dos grandes arcos, los Thandol Span,
un puente entre Khaz Modan y Lordaeron. Interesados en el comercio
mutuo, ambos reinos prosperaron. Luego de la muerte de los reyes
Madoran y Khardros, sus hijos construyeron dos grandes estatuas en
honor a sus padres. Las dos estatuas montan guardia sobre el paso de
las tierras sureñas, que se volvieron volcánicas por la presencia de
Ragnaros. Ellas servirían como advertencia a todo el que quisiera
atacar los reinos enanos, y como un recuerdo del precio que los Dark
Iron pagaron por sus crímenes
Los dos reinos permanecieron aislados por algunos años, pero los
Wildhammer cambiaron mucho por los horrores vividos en Grim Batol.
Tomaron la decisión de de permanecer en la superficie, sobre las
rocas de Aerie Peak, en lugar de cavar un vasto reino bajo la
montaña. Las diferencias ideológicas entre ambos reinos enanos
eventualmente los condujeron por caminos distintos.
[size=18]El Último Guardián
Según la biblioteca secreata de los Altos Elfos
(45 años antes de la Primera Guerra)[/size]
La Guardiana Aegwynn acrecentó sus poderes los años subsiguientes y
las fuerzas de Tirisfal extendieron grandemente su vida. Creyendo
que había derrotado a Sargeras para bien, continuó salvaguardando al
mundo de las fuerzas diabólicas por cerca de novecientos años. Sin
embargo, el Concilio de Tirisfal finalmente decretó que su tiempo
había llegado a su fin. El Concilio ordenó a Aegwynn volver a
Dalaran para que su sucesor fuera escogido. Pero Aegwynn difería del
Concilio, y decidió escoger ella misma a su sucesor.
Planeó dar a luz un hijo al cual le heredaría todo su poder. No
tenía intención de que la Orden de Tirisfal manipulara a su sucesor
como la había manipulado a ella. Viajando a la sureña nación de
Azeroth, Aegwynn encontró al perfecto padre para su hijo: un astuto
mago humano conocido como Nielas Aran. Aran era el mago de la corte
del rey de Azeroth. Aegwynn sedujo al mago y concibió de él un hijo.
La afinidad natural de Nielas por la magia marcó profundamente al
niño no nacido y luego definiría los trágicos pasos que tomaría
cuando fuese adulto. El poder de Tirisfal fue heredado al niño, pero
este no se manifestaría hasta su madurez.
Pasado un tiempo, Aegwynn dio a luz a un hijo varón. Llamándolo
Medivh, que significa "guardián de los secretos" en la lengua de los
altos elfos, Aegwynn creía que el niño, al llegar a la madurez,
sería el próximo Guardián. Desafortunadamente no sabía la terrible
verdad de los planes de Sargeras: el maligno espíritu del oscuro
Titán se había ocultado en su interior después de su batalla con él,
y había poseído al indefenso niño mientras este estaba en el vientre
de su madre. Aegwynn no tenía idea que el próximo Guardián estaba
realmente poseído por su más grande némesis.
Asegurándose que su bebe creciera sano y fuerte, Aegwynn llevó al
pequeño Medivh a la corte de Azeroth y lo dejó para que fuese criado
por su padre mortal y su pueblo. Ella lo seguiría vigilando desde la
sombra, preparándose para cederle su poder cuando estuviera listo.
Medivh creció para convertirse en un muchacho fuerte, sin tener idea
del gran poder que albergaba su espíritu.
Sargeras esperó su momento para manifestar su poder en el joven. Con
el tiempo, Medivh llegó a la edad de la adolescencia, y se había
convertido en un joven apuesto y popular en Azeroth por la facilidad
con que progresaba en los estudios mágicos con su padre, y por las
aventuras con sus dos mejores amigos: Llane, príncipe de Azeroth, y
Anduin Lothar, uno de los últimos descendientes de la línea
sanguínea Arathi. Los tres muchachos constantemente hacían
travesuras por todo el reino, pero eran amados por los ciudadanos en
general.
Cuando Medivh cumplió los 14 años, el poder cósmico dentro de el
despertó e inició una lucha terrible con el invasor espíritu de
Sargeras, combatiendo por su alma. Medivh entró en un estado
catatónico que duró muchos años. Al despertar de su coma, se halló
en la madurez, y sus amigos Llane y Anduin se habían convertido en
los regentes de Azeroth. Aunque deseaba profundamente utilizar sus
increíbles poderes para proteger su tierra, el oscuro espíritu de
Sargeras trastornó sus emociones y pensamientos, para llevarlos a un
terrible final.
Sargeras había dominado el confundido corazón de Medivh, y ahora sus
planes de una segunda invasión demoníaca sobre el mundo estaban casi
completos. Y el último Guardián del mundo le ayudaría en sus oscuros
propósitos.
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(830 años antes de la Primera Guerra)
Como las rivalidades políticas y militares de las siete naciones
humanas aumentaban y empeoraban, la línea de los Guardianes estaba
en constante vigilancia contra el caos. Hubo muchos Guardianes a
través de los años, pero solamente uno tenía los poderes mágicos de
Tirisfal a la vez. Uno de los últimos Guardianes se distinguió como
un poderoso guerrero contra la sombra. Magna Aegwynn, una bravía
chica humana, ganó la aprobación de la Orden y se le dio el manto de
los Guardianes. Aegwynn trabajaba vigorosamente en cazar y erradicar
a los demonios donde quiera que los encontrara, pero a menudo
cuestionaba la autoridad del Concilio de Tirisfal, dominado por
hombres. Ella creía que los ancestrales elfos y los envejecidos
magos que presidían el Concilio eran demasiado rígidos en sus
pensamientos y no tenían la decisión suficiente de poner fin al
conflictivo caos. Impaciente con las lentas discusiones y debates,
decidió probarse a sí misma y a sus superiores, por lo que
frecuentemente demostraba un valor más allá del entendimiento en
situaciones cruciales.
Como su dominio de poder cósmico de Tirisfal crecía, Aegwynn
descubrió que un creciente número de poderosos demonios había
aparecido en el congelado continente de Northrend. Viajando al
distante norte, Aegwynn encontró a los demonios entre las montañas.
Descubrió que estos demonios habían cazado a uno de los últimos
dragones sobrevivientes y habían absorbido la magia innata de las
ancestrales criaturas. Los poderosos dragones azules, hijos de
Malygos el Forjador de Conjuros, con el aumento de las sociedades
mortales sobre el mundo, decidieron enfrentarse ellos mismos a las
oscuras artes mágicas de la Legión. Aegwynn confrontó a los
demonios, y con ayuda de los nobles dragones, los vencieron. Sin
embargo, tan pronto como el último demonio desapareció del mundo,
una gran tormenta emergió desde el norte. Una enorme figura oscura
apareció sobre el cielo de Northrend. Sargeras, el rey de los
demonios y señor de la Legión Ardiente, apareció ante Aegwynn y la
atacó con increíble energía. Le dijo a la joven Guardiana que el
tiempo de Tirisfal estaba a punto de llegar a su fin y que el mundo
pronto sería devorado por la Legión.
La valiente Aegwynn, creyéndose suficientemente fuerte para pelear
con el amenazante dios, lanzó sus poderes contra Sargeras. Con
desconcertante facilidad, Aegwynn derrotó al demonio y logró matar
su forma física. Creyendo que el espíritu de Sargeras había pasado
al abismo, la noble Aegwynn llevó su ruinoso cuerpo a uno de los
antiguos salones de Kalimdor que se encontraba cerca del centro del
mar, donde colapsó el Pozo de la Eternidad. Aegwynn nunca sospechó
que eso era exactamente lo que Sargeras había planeado...
[size=18]
Guerra de los Tres Martillos
Runas enanas de Ironforge
(230 años antes de la Primera Guerra)
Los enanos de Ironforge vivieron en paz por muchas centurias. Sin
embargo, su sociedad había crecido entre los confines de sus
montañosas ciudades. Mientras el poderoso Alto Rey Enano, Modimus
Anvilmar, regía sobre los enanos con justicia y visión, tres
poderosas facciones se fortalecieron sobre la sociedad enana.
El Clan Bronzebeard, regido por el Rey Madoran Bronzebearb, muy
cercano al Alto Rey y tradicionalmente defensores de Ironforge. El
Clan Wildhammer, regido por el Rey Khardros Wildhammer, habitaba los
fuertes y minas cercanos a la base de la montaña y ganaba cada vez
más control sobre la ciudad. La tercera facción, el Clan Dark Iron,
estaba regido por el rey-hechicero Thaurissan. Los enanos de este
clan habitaban las profundas sombras dentro de la montaña y
conspiraban contra los Bronzebeards y Wildhammers.
Por un tiempo las tres facciones mantuvieron la paz, pero las
tensiones estallaron cuando el Alto Rey Anvilmar murió de avanzada
edad. Los tres clanes en pugna estallaron en una guerra por el
control de Ironforge. La guerra civil enana rugió bajo la tierra por
muchos años. Eventualmente los Bronzebeards, con un ejército más
grande y fuerte, expulsaron a los Dark Iron y a los Wiildhammers
fuera de la montaña.
Khardros y sus Wildhammers viajaron hacia el norte a través de las
puertas de Dun Algaz, y fundaron su propio Reino en el distante pico
de GRIM BATOL. Allí, los Wildhammers cavaron y reconstruyeron sus
perdidos tesoros. Thaurissan y sus Dark Iron no tuvieron tanta
suerte. Humillados y encolerizados por su derrota, deseaban venganza
contra Ironforge. Guiando a su gente hacia el sur, Thaurissan fundó
una ciudad (que llamó como el mismo) bajo las bellas Montañas
Redridge. Prosperidad y el paso de los años no disminuyeron el
rencor de los Dark Iron contra sus primos. Thaurissan y su esposa
hechicera, Modgud, lanzaron dos prolongados asaltos contra Ironforge
y Grim Batol. Los Dark Irons reclamaban Khaz´Modan para ellos solos.
El ejército Dark Iron atacó los fuertes de sus primos y estuvieron
cerca de tomar ambos reinos. Sin embargo, Madoran Bronzebearb lideró
a su clan a la decisiva victoria sobre el ejército de brujos de
Thaurissan. Este y sus sirvientes se retiraron a la seguridad de la
ciudad, sin conocer la suerte del ejército de Modgud contra Khardros
y sus guerreros Wildhammer.
Conforme enfrentaba a sus enemigos, Modgud usaba sus poderes para
sumir en miedo sus corazones. Las Sombras se movían a su mandato, y
criaturas tenebrosas brotaban de la tierra para atacar a los
Wildhammers en sus propios salones de Grim Batol. Eventualmente
Modgud rompió las puertas de la ciudad y empezó el asedio del fuerte
principal. Los Wildhammers pelearon desesperadamente, Khardros mismo
tomó sus mazas y mató a la reina-bruja. Con su reina muerta, los
Dark Irons sufrieron la furia de los Wildhammers, huyeron hacia la
fortaleza de su rey, solamente para toparse con los ejércitos de
Ironforge, que habían acudido en ayuda de Grim Batol. Atrapados
entre los dos ejércitos, los últimos Dark Iron fueron destruidos.
Los ejércitos unificados de Ironforge y Grim Batol se dirigieron al
sur para destruir a Thaurissan y sus Dark Irons de una vez por
todas. Este, desesperado en su furia, invocó un hechizo de
proporciones cataclísmicas. Tratando de invocar un ser sobrenatural
que le asegurara la victoria, Thaurissan convocó antiguos poderes
durmientes bajo el mundo. En su estado de shock, y para su
perdición, la criatura que emergió no podía ser más terrible que
cualquier pesadilla que se pudo imaginar.
Ragnaros el Señor del Fuego, el inmortal señor de los fuegos
elementales, derrotado por los Titanes cuando el mundo era joven,
emergió entre potentes llamaradas. Liberado por el llamado de
Thaurissan, Ragnaros erupcionó de nuevo a la superficie. El
renacimiento apocalíptico de Ragnaros en Azeroth resquebrajó las
Montañas Redridge y creó un furioso e inmenso volcán en el centro de
la devastación. El volcán, llamado Blackrock Spire, estaba limitado
por la Costa Rugiente al norte, y las Estepas Ardientes al sur.
Muerto Thaurissan por las fuerzas que el mismo liberó, sus hermanos
sobrevivientes fueron esclavizados por Ragnaros y sus elementales de
fuego. Él domina Blackrock Spire hasta el día de hoy.
Observando la horrorifica devastación y los fuegos de las montañas
del sur, los reyes Madoran y Khardros levantaron sus ejércitos y
retornaron a la seguridad de sus reinos, eludiendo dar la cara a la
ira de Ragnaros.
Los Bronzebeards volvieron a Ironforge y reconstruyeron su gloriosa
ciudad. Los Wildhammers retornaron a Grim Batol. Sin embargo, la
muerte de Modgud había dejado en un terrible estado el fuerte, y los
Wildhammers lo encontraron inhabitable. El Rey Bronzebearb ofreció a
los Wildhammers un lugar para vivir dentro de las fronteras de
Ironforge, pero los Wildhammers lo rechazaron. Khardros tomó a su
pueblo y lo llevó hacia el norte, hacia las tierras de Lordaeron.
Ingresando en los frondosos bosques de Hinterland, los Wildhammers
construyeron una ciudad en Aerie Peak, donde los Wildhammers
estuvieran en contacto con la naturaleza y eventualmente domaron a
los grifos del área.
Tratando de mantener relaciones de comercio con sus primos, los
enanos de Ironforge construyeron dos grandes arcos, los Thandol Span,
un puente entre Khaz Modan y Lordaeron. Interesados en el comercio
mutuo, ambos reinos prosperaron. Luego de la muerte de los reyes
Madoran y Khardros, sus hijos construyeron dos grandes estatuas en
honor a sus padres. Las dos estatuas montan guardia sobre el paso de
las tierras sureñas, que se volvieron volcánicas por la presencia de
Ragnaros. Ellas servirían como advertencia a todo el que quisiera
atacar los reinos enanos, y como un recuerdo del precio que los Dark
Iron pagaron por sus crímenes
Los dos reinos permanecieron aislados por algunos años, pero los
Wildhammer cambiaron mucho por los horrores vividos en Grim Batol.
Tomaron la decisión de de permanecer en la superficie, sobre las
rocas de Aerie Peak, en lugar de cavar un vasto reino bajo la
montaña. Las diferencias ideológicas entre ambos reinos enanos
eventualmente los condujeron por caminos distintos.
[size=18]El Último Guardián
Según la biblioteca secreata de los Altos Elfos
(45 años antes de la Primera Guerra)[/size]
La Guardiana Aegwynn acrecentó sus poderes los años subsiguientes y
las fuerzas de Tirisfal extendieron grandemente su vida. Creyendo
que había derrotado a Sargeras para bien, continuó salvaguardando al
mundo de las fuerzas diabólicas por cerca de novecientos años. Sin
embargo, el Concilio de Tirisfal finalmente decretó que su tiempo
había llegado a su fin. El Concilio ordenó a Aegwynn volver a
Dalaran para que su sucesor fuera escogido. Pero Aegwynn difería del
Concilio, y decidió escoger ella misma a su sucesor.
Planeó dar a luz un hijo al cual le heredaría todo su poder. No
tenía intención de que la Orden de Tirisfal manipulara a su sucesor
como la había manipulado a ella. Viajando a la sureña nación de
Azeroth, Aegwynn encontró al perfecto padre para su hijo: un astuto
mago humano conocido como Nielas Aran. Aran era el mago de la corte
del rey de Azeroth. Aegwynn sedujo al mago y concibió de él un hijo.
La afinidad natural de Nielas por la magia marcó profundamente al
niño no nacido y luego definiría los trágicos pasos que tomaría
cuando fuese adulto. El poder de Tirisfal fue heredado al niño, pero
este no se manifestaría hasta su madurez.
Pasado un tiempo, Aegwynn dio a luz a un hijo varón. Llamándolo
Medivh, que significa "guardián de los secretos" en la lengua de los
altos elfos, Aegwynn creía que el niño, al llegar a la madurez,
sería el próximo Guardián. Desafortunadamente no sabía la terrible
verdad de los planes de Sargeras: el maligno espíritu del oscuro
Titán se había ocultado en su interior después de su batalla con él,
y había poseído al indefenso niño mientras este estaba en el vientre
de su madre. Aegwynn no tenía idea que el próximo Guardián estaba
realmente poseído por su más grande némesis.
Asegurándose que su bebe creciera sano y fuerte, Aegwynn llevó al
pequeño Medivh a la corte de Azeroth y lo dejó para que fuese criado
por su padre mortal y su pueblo. Ella lo seguiría vigilando desde la
sombra, preparándose para cederle su poder cuando estuviera listo.
Medivh creció para convertirse en un muchacho fuerte, sin tener idea
del gran poder que albergaba su espíritu.
Sargeras esperó su momento para manifestar su poder en el joven. Con
el tiempo, Medivh llegó a la edad de la adolescencia, y se había
convertido en un joven apuesto y popular en Azeroth por la facilidad
con que progresaba en los estudios mágicos con su padre, y por las
aventuras con sus dos mejores amigos: Llane, príncipe de Azeroth, y
Anduin Lothar, uno de los últimos descendientes de la línea
sanguínea Arathi. Los tres muchachos constantemente hacían
travesuras por todo el reino, pero eran amados por los ciudadanos en
general.
Cuando Medivh cumplió los 14 años, el poder cósmico dentro de el
despertó e inició una lucha terrible con el invasor espíritu de
Sargeras, combatiendo por su alma. Medivh entró en un estado
catatónico que duró muchos años. Al despertar de su coma, se halló
en la madurez, y sus amigos Llane y Anduin se habían convertido en
los regentes de Azeroth. Aunque deseaba profundamente utilizar sus
increíbles poderes para proteger su tierra, el oscuro espíritu de
Sargeras trastornó sus emociones y pensamientos, para llevarlos a un
terrible final.
Sargeras había dominado el confundido corazón de Medivh, y ahora sus
planes de una segunda invasión demoníaca sobre el mundo estaban casi
completos. Y el último Guardián del mundo le ayudaría en sus oscuros
propósitos.
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