Tercera Parte: El Trono de Hielo
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Tercera Parte: El Trono de Hielo
La Venganza del Traidor-El Despertar de los Naga
“Traidor… en
verdad, fui yo quien fue traicionado… ahora, mis ojos pueden ver
aquello que se oculta a los ojos de los otros. Hay momentos en que
la mano del destino debe ser forzada… Ahora vayan… Suman al mundo en
las mareas de la perdición”.
Sobre las costas de Kalimdor, una siniestra figura emerge en
medio de una naciente tormenta. Enormes alas de murciélago y cuernos
de demonio, sin embargo, la oscura figura no es otro que Illidan
Stormrage, el traidor Elfo nocturno. Ahora, al absorver los poderes
de la Calavera de Gul’dan, ha entrado en conocimiento de profundos
secretos que otros, por muchos milenios, han desconocido. Invocando
las oscuras fuerzas de la profundidad de los mares, Illidan prepara
un ejército para asolar nuevamente a la superficie del mundo.
En la profundidad de los corrompidos bosques de Ashenvale, la
Guardiana Maiev Shadowsong continúa su cacería del traidor Illidan
Stormrage. El Cazador de Demonios, para salvar al bosque de la
creciente corrupción de la Legión Ardiente, consumió los ocultos
poderes de la Calavera de Gul´dan, el malvado brujo orco.
Despreciado por los suyos, el ahora mitad elfo mitad demonio se
oculta entre las sombras del oscuro bosque, mientras su Guardiana
intenta regresarlo nuevamente a la profundidad de la oscura prisión
de los Tálamos Oscuros. Sus fuerzas, conocidas como los Vigilantes,
al mando de su segunda de confianza, Naisha, exploran las ruinas de
un destruido asentamiento de los Elfos Nocturnos en la costa este de
Kalimdor. En este momento, unas repulsivas criaturas, con aspecto de
serpiente marina y piel escamosa, les atacan. Estas desconocidas,
llamados Naga, al parecer han plegado su lealtad a Illidan. Éste,
mientras las fuerzas de Maiev combaten con los Naga, escapa a través
del mar en un barco. La Guardiana ordena la persecución.
La flota de Maiev persigue a Illidan a través del Gran Mar. Al cabo
de unos días, llegan a las tempestuosas aguas del Maelstrom. Maiev y
sus Vigilantes desembarcan en un archipiélago desconocido, el cual
no figura en ninguno de los mapas. Este archipiélago corresponde a
las Islas Abruptas, que Gul´dan, con la ayuda de sus clanes aliados,
hizo emerger del fondo del océano durante la Segunda Guerra entre la
Horda y la Alianza. Es allí donde se encuentra la legendaria Tumba
de Sargeras, donde Aegwynn colocó el cuerpo del Señor de la
Oscuridad luego de derrotarlo en Northrend.
Los Elfos Nocturnos erigen una base en la costa de la isla mayor e
inicia la exploración del archipiélago. Observando las antiguas
ruinas de la isla, Maiev se sorprende, pues empieza a reconocer las
estructuras como las que pertenecieron a destruido Imperio de
Aszhara. Sorpresivamente, hallan a un viejo brujo orco llamado
Drak´tul, quien les narra que él fue uno de los brujos del clan
Stormreaver que acompañó a Gul´dan en su aventura en las Islas
Abruptas. Muerto Gul´dan por los demonios guardianes de la tumba,
los clanes rebeldes fueron arrasados por las encolerizadas fuerzas
de Orgrim Doomhammer, siendo Drak’tul el único sobreviviente. Desde
esa época, el orco ha vivido como un ermitaño en las olvidadas islas
por veinte largos años. Drak’tul vive atormentado por los espíritus
de los orcos caídos, por lo que ruega a Maiev le ayude a calmar a
los confundidos fantasmas. Luego de luchar contra los esqueletos
orcos, Maiev destruye los antiguos ziggurats por donde los espíritus
regresan al mundo de los vivos. El viejo Drak’tul, perdonado por la
Guardiana, se introduce en su tienda a esperar el final de sus días.
Conforme se acercan a la Tumba, Maiev y las Vigilantes tienen que
luchar contra las bases que los Naga han construido alrededor de la
entrada. Adentrándose en la tumba, Maiev encuentra unas antiguas
runas encantadas, colocadas en las columnas por Gul’dan, donde el
brujo narra su desastroso viaje en busca del Ojo de Sargeras, un
poderoso artefacto mágico que le daría los poderes de un dios.
Emboscado por los demonios que guardan la tumba, Gul’dan muere sin
alcanzar su ansiado premio. Maiev penetra profundamente en el
laberinto, hallando a las horribles criaturas que mataron a Gul’dan,
así como una estatua de Aszhara, la hermosa y caída reina de los
elfos. Pero esta estatua es diferente. Se asemeja a un naga…
Finalmente, Maiev se enfrenta a Illidan y a sus monstruosos Naga. Al
absorber los poderes de la Calavera, Illidan también adquirió la
memoria de Gul’dan, por lo que conocía la localización exacta de la
tumba y sus maléficos poderes ocultos. Illidan ha hallado el Ojo de
Sargeras, y para demostrar sus nuevos poderes, inicia un terremoto
para colapsar la tumba sobre Maiev y sus Vigilantes. La Guardiana
logra escapar, gracias a sus poderes, pero Naisha y sus compañeras
quedan atrapadas dentro de la tumba y son aplastadas por el
derrumbe. Jurando vengar a las Vigilantes, Maiev envía un mensajero
hacia Kalimdor, para informar a Shan’do Stormrage de los planes de
su hermano gemelo.
Mientras tanto, en la base del Árbol del Mundo Nordrassil, Malfurion
Stormrage y Tyrande Whisperwind se encuentran organizando las
labores para sanar su dañada tierra. A pesar de haber derrotado y
expulsado a la Legión Ardiente, su corrupción aún carcome a los
bosques de Ashenvale. Mientras discuten las implicaciones de su
nuevo hogar, la mensajera de la Guardiana Shadowsong con el terrible
reporte. Reuniendo todas las fuerzas que pueden, los dos parten
hacia las Islas Abruptas.
En las Islas, Maiev y las pocas fuerzas que sobreviven libran una
desesperada resistencia contra los Naga de Illidan. La llegada de
Malfurion y Tyrande inicia una fiera batalla contra las fuerzas del
traidor, pero finalmente, la base de Illidan es destruida. Sin
embargo, el Cazador de Demonios logra escapar nuevamente, dirigiendo
a su flota cada vez más al este.
Desembarcando en el arrasado reino de Lordaeron, Malfurion decide
penetrar en el bosque y comulgar con los espíritus de la naturaleza,
encargando a Maiev y a Tyrande la búsqueda de su hermano. La joven
Guardiana tiene resentimiento hacia la Sacerdotisa, pues la culpa,
en primera instancia, de haber liberado a Illidan. Mientras exploran
el destruido continente, se encuentran con un grupo de Altos Elfos
sobrevivientes.
Liderados nada menos que por el joven príncipe Kael´thas Sunstrider,
el último de la dinastía de Dath´Remar, estos Altos Elfos han jurado
venganza por la muerte de sus hermanos y la destrucción de su reino
encantado, Quel’thalas, por parte del Azote. Por esta razón, se
hacen llamar Elfos Sanguinarios. Sin embargo, para mantener su
palabra de honor, Kael ha decidido que sus elfos sigan siendo fieles
a la Alianza. Kael era miembro del Concejo de los Altos Elfos, y fue
uno de los pocos magos del Concejo que logró escapar de la
destrucción de Silvermoon por parte del Azote.
Kael solicita a las elfas nocturnas que les ayuden a trasladar sus
fuerzas hacia una zona más segura, la villa Pyrewood, controlada por
los humanos, al otro lado del río Arevass. A pesar de las protestas
de Maiev, quien insiste en continuar la cacería de Illidan, Tyrande
accede a ayudar al príncipe elfo. Escoltando su convoy con
suplementos y refuerzos, los Elfos Nocturnos y los Elfos
Sanguinarios se adentran en los peligrosos territorios controlados
por el Azote. Tyrande previene al príncipe acerca de los peligros de
la venganza y la ira, y sus desagradables consecuencias. Al
principio, atacados por pequeños comandos de los muertos vivientes,
la caravana logra llegar hasta un puente. Al otro lado, las fuerzas
de la Alianza han logrado detener el avance del Azote, y es seguro
por el momento. Sin embargo, al cruzar el puente, son atacados por
una enorme ola de muertos vivientes. Sabiendo que la caravana no
resistirá el ataque, la Sacerdotisa de la Luna ordena a los elfos
replegarse al otro lado del río, mientras ella retrasa, invocando
los poderes de Elune, al masivo ejército. Aunque la Sacerdotisa,
asombrosamente, logra detener el avance de los muertos, el inmenso
poder desplegado hace colapsar al puente, y Tyrande cae hacia las
turbulentas aguas del río. A pesar de las protestas de Kael, quien
trata de salvar a la Sacerdotisa, Maiev decide que Tyrande está
perdida y ordena continuar la búsqueda de Illidan.
Mientras tanto, en las profundidades del bosque de Silverpine,
Malfurion inicia su comunicación con los espíritus, quienes le
advierten que su hermano planea utilizar los vastos poderes del Ojo
de Sargeras para destruir la base de un glaciar en el helado
continente de Northrend. Sin conocer bien los motivos de Illidan,
pero sabiendo que esto podría provocar la destrucción de todo el
planeta, Malfurion parte para encontrarse con sus aliados.
Extrañado de no encontrar a Tyrande, Malfurion pregunta por el
paradero de su amada. Maiev, sabe que, si le cuenta la verdad al
Shan’do, este partirá de inmediato a buscar a la Sacerdotisa, y la
cacería de Illidan sufriría una nueva demora, por lo que le dice que
ella personalmente vio cuando Tyrande era asesinada por los muertos
vivientes y que la única manera de vengar a la sacerdotisa es
hallando al Cazador de Demonios. Aterrorizado y con el corazón roto
por la supuesta pérdida de su amada, Malfurion decide acabar con
Illidan sin importar cual sea el costo.
Las fuerzas aliadas de Elfos Nocturnos y Elfos Sanguinarios viajan
hacia las ruinas de la ciudad de Dalaran, donde los hechiceros naga
de Illidan invocan los oscuros poderes del Ojo de Sargeras, mientras
constantes terremotos empiezan a resquebrajar la integridad de los
continentes. Ambas naciones elfas se unen para resistir y
contraatacar a los Naga de Illidan. Durante uno de los ataques a la
base naga, los elfos encuentran a Magroth, un Paladín de la Orden de
la Mano de Plata, quien había sido capturado por los Naga. Ayudados
por los poderes divinos de Magroth, los elfos logran penetrar en la
fortaleza de los Naga, y Malfurion en persona confronta a su hermano
y destruye el Ojo de Sargeras. Mientras que Illidan lamenta que sus
esfuerzos para derrotar a “nuestro enemigo común” hayan fracasado,
Malfurion logra capturarlo con las enredaderas de un árbol. La
Guardiana Maiev Shadowsong rápidamente lo sentencia a muerte por sus
crímenes, incluyendo la muerte de Tyrande, pero en el momento en que
se apresta a ejecutarlo, el príncipe Kael le dice al Shan’do que la
sacerdotisa aún puede estar viva. Malfurion, decepcionado y enfadado
por el engaño de Maiev, la captura también en una enredadera.
Illidan, al escuchar el predicamento de su eterna amada,
inmediatamente pone a disposición de su hermano a sus naga, para
ayudar en el rescate de Tyrande. Superando más de diez mil años de
odios y rivalidades, por fin, los dos hermanos Stormrage se unen
nuevamente en busca de un mismo objetivo.
En ese momento, Tyrande y un reducido grupo de Centinelas luchan con
todas sus fuerzas contra el ataque del Azote. Las fuerzas combinadas
de los Elfos Nocturnos, los Elfos Sanguinarios y los Naga, sin
embargo, logran arrasar la base de los muertos y replegar a los
enemigos, hasta que finalmente, Illidan en persona rescata a la
Sacerdotisa, quien se asombra de ver quién es su salvador. Con todos
a salvo, finalmente Malfurion e Illidan arreglan sus diferencias y
se reconcilian definitivamente, pero Illidan decide dejar Azeroth
para evitar la cólera de “su nuevo maestro”. Abriendo un portal
interdimensional, el Cazador de Demonios pasa a otra dimensión.
Maiev y los Vigilantes, sin embargo, encolerizados por la huída del
hechicero, rápidamente lo persigue a través del portal, en un
intento de ajusticiar a Stormrage. Shan’do y Tyrande, finalmente,
deciden abandonar el ruinoso Lordaeron y volver a sus amadas tierras
de Kalimdor.
“Traidor… en
verdad, fui yo quien fue traicionado… ahora, mis ojos pueden ver
aquello que se oculta a los ojos de los otros. Hay momentos en que
la mano del destino debe ser forzada… Ahora vayan… Suman al mundo en
las mareas de la perdición”.
Sobre las costas de Kalimdor, una siniestra figura emerge en
medio de una naciente tormenta. Enormes alas de murciélago y cuernos
de demonio, sin embargo, la oscura figura no es otro que Illidan
Stormrage, el traidor Elfo nocturno. Ahora, al absorver los poderes
de la Calavera de Gul’dan, ha entrado en conocimiento de profundos
secretos que otros, por muchos milenios, han desconocido. Invocando
las oscuras fuerzas de la profundidad de los mares, Illidan prepara
un ejército para asolar nuevamente a la superficie del mundo.
En la profundidad de los corrompidos bosques de Ashenvale, la
Guardiana Maiev Shadowsong continúa su cacería del traidor Illidan
Stormrage. El Cazador de Demonios, para salvar al bosque de la
creciente corrupción de la Legión Ardiente, consumió los ocultos
poderes de la Calavera de Gul´dan, el malvado brujo orco.
Despreciado por los suyos, el ahora mitad elfo mitad demonio se
oculta entre las sombras del oscuro bosque, mientras su Guardiana
intenta regresarlo nuevamente a la profundidad de la oscura prisión
de los Tálamos Oscuros. Sus fuerzas, conocidas como los Vigilantes,
al mando de su segunda de confianza, Naisha, exploran las ruinas de
un destruido asentamiento de los Elfos Nocturnos en la costa este de
Kalimdor. En este momento, unas repulsivas criaturas, con aspecto de
serpiente marina y piel escamosa, les atacan. Estas desconocidas,
llamados Naga, al parecer han plegado su lealtad a Illidan. Éste,
mientras las fuerzas de Maiev combaten con los Naga, escapa a través
del mar en un barco. La Guardiana ordena la persecución.
La flota de Maiev persigue a Illidan a través del Gran Mar. Al cabo
de unos días, llegan a las tempestuosas aguas del Maelstrom. Maiev y
sus Vigilantes desembarcan en un archipiélago desconocido, el cual
no figura en ninguno de los mapas. Este archipiélago corresponde a
las Islas Abruptas, que Gul´dan, con la ayuda de sus clanes aliados,
hizo emerger del fondo del océano durante la Segunda Guerra entre la
Horda y la Alianza. Es allí donde se encuentra la legendaria Tumba
de Sargeras, donde Aegwynn colocó el cuerpo del Señor de la
Oscuridad luego de derrotarlo en Northrend.
Los Elfos Nocturnos erigen una base en la costa de la isla mayor e
inicia la exploración del archipiélago. Observando las antiguas
ruinas de la isla, Maiev se sorprende, pues empieza a reconocer las
estructuras como las que pertenecieron a destruido Imperio de
Aszhara. Sorpresivamente, hallan a un viejo brujo orco llamado
Drak´tul, quien les narra que él fue uno de los brujos del clan
Stormreaver que acompañó a Gul´dan en su aventura en las Islas
Abruptas. Muerto Gul´dan por los demonios guardianes de la tumba,
los clanes rebeldes fueron arrasados por las encolerizadas fuerzas
de Orgrim Doomhammer, siendo Drak’tul el único sobreviviente. Desde
esa época, el orco ha vivido como un ermitaño en las olvidadas islas
por veinte largos años. Drak’tul vive atormentado por los espíritus
de los orcos caídos, por lo que ruega a Maiev le ayude a calmar a
los confundidos fantasmas. Luego de luchar contra los esqueletos
orcos, Maiev destruye los antiguos ziggurats por donde los espíritus
regresan al mundo de los vivos. El viejo Drak’tul, perdonado por la
Guardiana, se introduce en su tienda a esperar el final de sus días.
Conforme se acercan a la Tumba, Maiev y las Vigilantes tienen que
luchar contra las bases que los Naga han construido alrededor de la
entrada. Adentrándose en la tumba, Maiev encuentra unas antiguas
runas encantadas, colocadas en las columnas por Gul’dan, donde el
brujo narra su desastroso viaje en busca del Ojo de Sargeras, un
poderoso artefacto mágico que le daría los poderes de un dios.
Emboscado por los demonios que guardan la tumba, Gul’dan muere sin
alcanzar su ansiado premio. Maiev penetra profundamente en el
laberinto, hallando a las horribles criaturas que mataron a Gul’dan,
así como una estatua de Aszhara, la hermosa y caída reina de los
elfos. Pero esta estatua es diferente. Se asemeja a un naga…
Finalmente, Maiev se enfrenta a Illidan y a sus monstruosos Naga. Al
absorber los poderes de la Calavera, Illidan también adquirió la
memoria de Gul’dan, por lo que conocía la localización exacta de la
tumba y sus maléficos poderes ocultos. Illidan ha hallado el Ojo de
Sargeras, y para demostrar sus nuevos poderes, inicia un terremoto
para colapsar la tumba sobre Maiev y sus Vigilantes. La Guardiana
logra escapar, gracias a sus poderes, pero Naisha y sus compañeras
quedan atrapadas dentro de la tumba y son aplastadas por el
derrumbe. Jurando vengar a las Vigilantes, Maiev envía un mensajero
hacia Kalimdor, para informar a Shan’do Stormrage de los planes de
su hermano gemelo.
Mientras tanto, en la base del Árbol del Mundo Nordrassil, Malfurion
Stormrage y Tyrande Whisperwind se encuentran organizando las
labores para sanar su dañada tierra. A pesar de haber derrotado y
expulsado a la Legión Ardiente, su corrupción aún carcome a los
bosques de Ashenvale. Mientras discuten las implicaciones de su
nuevo hogar, la mensajera de la Guardiana Shadowsong con el terrible
reporte. Reuniendo todas las fuerzas que pueden, los dos parten
hacia las Islas Abruptas.
En las Islas, Maiev y las pocas fuerzas que sobreviven libran una
desesperada resistencia contra los Naga de Illidan. La llegada de
Malfurion y Tyrande inicia una fiera batalla contra las fuerzas del
traidor, pero finalmente, la base de Illidan es destruida. Sin
embargo, el Cazador de Demonios logra escapar nuevamente, dirigiendo
a su flota cada vez más al este.
Desembarcando en el arrasado reino de Lordaeron, Malfurion decide
penetrar en el bosque y comulgar con los espíritus de la naturaleza,
encargando a Maiev y a Tyrande la búsqueda de su hermano. La joven
Guardiana tiene resentimiento hacia la Sacerdotisa, pues la culpa,
en primera instancia, de haber liberado a Illidan. Mientras exploran
el destruido continente, se encuentran con un grupo de Altos Elfos
sobrevivientes.
Liderados nada menos que por el joven príncipe Kael´thas Sunstrider,
el último de la dinastía de Dath´Remar, estos Altos Elfos han jurado
venganza por la muerte de sus hermanos y la destrucción de su reino
encantado, Quel’thalas, por parte del Azote. Por esta razón, se
hacen llamar Elfos Sanguinarios. Sin embargo, para mantener su
palabra de honor, Kael ha decidido que sus elfos sigan siendo fieles
a la Alianza. Kael era miembro del Concejo de los Altos Elfos, y fue
uno de los pocos magos del Concejo que logró escapar de la
destrucción de Silvermoon por parte del Azote.
Kael solicita a las elfas nocturnas que les ayuden a trasladar sus
fuerzas hacia una zona más segura, la villa Pyrewood, controlada por
los humanos, al otro lado del río Arevass. A pesar de las protestas
de Maiev, quien insiste en continuar la cacería de Illidan, Tyrande
accede a ayudar al príncipe elfo. Escoltando su convoy con
suplementos y refuerzos, los Elfos Nocturnos y los Elfos
Sanguinarios se adentran en los peligrosos territorios controlados
por el Azote. Tyrande previene al príncipe acerca de los peligros de
la venganza y la ira, y sus desagradables consecuencias. Al
principio, atacados por pequeños comandos de los muertos vivientes,
la caravana logra llegar hasta un puente. Al otro lado, las fuerzas
de la Alianza han logrado detener el avance del Azote, y es seguro
por el momento. Sin embargo, al cruzar el puente, son atacados por
una enorme ola de muertos vivientes. Sabiendo que la caravana no
resistirá el ataque, la Sacerdotisa de la Luna ordena a los elfos
replegarse al otro lado del río, mientras ella retrasa, invocando
los poderes de Elune, al masivo ejército. Aunque la Sacerdotisa,
asombrosamente, logra detener el avance de los muertos, el inmenso
poder desplegado hace colapsar al puente, y Tyrande cae hacia las
turbulentas aguas del río. A pesar de las protestas de Kael, quien
trata de salvar a la Sacerdotisa, Maiev decide que Tyrande está
perdida y ordena continuar la búsqueda de Illidan.
Mientras tanto, en las profundidades del bosque de Silverpine,
Malfurion inicia su comunicación con los espíritus, quienes le
advierten que su hermano planea utilizar los vastos poderes del Ojo
de Sargeras para destruir la base de un glaciar en el helado
continente de Northrend. Sin conocer bien los motivos de Illidan,
pero sabiendo que esto podría provocar la destrucción de todo el
planeta, Malfurion parte para encontrarse con sus aliados.
Extrañado de no encontrar a Tyrande, Malfurion pregunta por el
paradero de su amada. Maiev, sabe que, si le cuenta la verdad al
Shan’do, este partirá de inmediato a buscar a la Sacerdotisa, y la
cacería de Illidan sufriría una nueva demora, por lo que le dice que
ella personalmente vio cuando Tyrande era asesinada por los muertos
vivientes y que la única manera de vengar a la sacerdotisa es
hallando al Cazador de Demonios. Aterrorizado y con el corazón roto
por la supuesta pérdida de su amada, Malfurion decide acabar con
Illidan sin importar cual sea el costo.
Las fuerzas aliadas de Elfos Nocturnos y Elfos Sanguinarios viajan
hacia las ruinas de la ciudad de Dalaran, donde los hechiceros naga
de Illidan invocan los oscuros poderes del Ojo de Sargeras, mientras
constantes terremotos empiezan a resquebrajar la integridad de los
continentes. Ambas naciones elfas se unen para resistir y
contraatacar a los Naga de Illidan. Durante uno de los ataques a la
base naga, los elfos encuentran a Magroth, un Paladín de la Orden de
la Mano de Plata, quien había sido capturado por los Naga. Ayudados
por los poderes divinos de Magroth, los elfos logran penetrar en la
fortaleza de los Naga, y Malfurion en persona confronta a su hermano
y destruye el Ojo de Sargeras. Mientras que Illidan lamenta que sus
esfuerzos para derrotar a “nuestro enemigo común” hayan fracasado,
Malfurion logra capturarlo con las enredaderas de un árbol. La
Guardiana Maiev Shadowsong rápidamente lo sentencia a muerte por sus
crímenes, incluyendo la muerte de Tyrande, pero en el momento en que
se apresta a ejecutarlo, el príncipe Kael le dice al Shan’do que la
sacerdotisa aún puede estar viva. Malfurion, decepcionado y enfadado
por el engaño de Maiev, la captura también en una enredadera.
Illidan, al escuchar el predicamento de su eterna amada,
inmediatamente pone a disposición de su hermano a sus naga, para
ayudar en el rescate de Tyrande. Superando más de diez mil años de
odios y rivalidades, por fin, los dos hermanos Stormrage se unen
nuevamente en busca de un mismo objetivo.
En ese momento, Tyrande y un reducido grupo de Centinelas luchan con
todas sus fuerzas contra el ataque del Azote. Las fuerzas combinadas
de los Elfos Nocturnos, los Elfos Sanguinarios y los Naga, sin
embargo, logran arrasar la base de los muertos y replegar a los
enemigos, hasta que finalmente, Illidan en persona rescata a la
Sacerdotisa, quien se asombra de ver quién es su salvador. Con todos
a salvo, finalmente Malfurion e Illidan arreglan sus diferencias y
se reconcilian definitivamente, pero Illidan decide dejar Azeroth
para evitar la cólera de “su nuevo maestro”. Abriendo un portal
interdimensional, el Cazador de Demonios pasa a otra dimensión.
Maiev y los Vigilantes, sin embargo, encolerizados por la huída del
hechicero, rápidamente lo persigue a través del portal, en un
intento de ajusticiar a Stormrage. Shan’do y Tyrande, finalmente,
deciden abandonar el ruinoso Lordaeron y volver a sus amadas tierras
de Kalimdor.
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Re: Tercera Parte: El Trono de Hielo
Apogeo de los Elfos Sanguinarios
“Los pocos que
quedamos de nosotros, nos hacemos llamar Elfos Sanguinarios, en
homenaje a nuestros amados caídos”.
misma raza: los amados Bien Nacidos de la reina Aszhara. Aunque
desconfía de los Naga por haber luchado contra ellos, Kael no tiene
más remedio que aceptar la ayuda de las serpientes, y cruza el lago.
Una vez en la isla, los Elfos Sanguinarios se ven obligados a
enfrentarse a algunas fuerzas del Azote que han acampado al otro
lado de la isla. Para colmo, frente al segundo observatorio, los
Trolls Amani, los acérrimos y ancestrales archirivales de los Altos
Elfos, han construido una aldea. Luego de una tremenda lucha contra
ambas fuerzas, Kael finalmente logra su objetivo.
El tercer observatorio, localizado en la costa opuesta del lago, se
encuentra defendido por el último y más poderoso jefe Gnoll, quien
planta gran resistencia al asalto de los Elfos. Luego de enfrentarse
personalmente con Hooger, Kael completa su misión.
Al día siguiente, en la base de la Alianza, Kael y sus elfos se
encuentran listos para movilizarse. En ese momento, llega un
emisario de Garithos, quien informa que un enorme ejército del Azote
se aproxima sobre la base de los Altos Elfos. Sin embargo, Garithos
necesita a todas las fuerzas disponibles en el frente, por lo que
ordena que todos los humanos se dirijan hacia su base. Esto deja
prácticamente indefenso a Kael y sus hermanos. En el momento de
atacar los muertos vivientes, nuevamente Vashj y los Naga aparecen y
ofrecen su ayuda al joven Príncipe. Una vez que los muertos han sido
derrotados, Garithos llega a la base de Kael justo en el momento en
que Vashj y sus Naga dejan el combate. Enfurecido, el Gran Mariscal
acusa a Kael de traición y envía a encerrar a todos los elfos en las
prisiones mágicas de Dalaran.
Kael´thas y sus elfos sanguinarios languidecen su prisión en las
mágicas mazmorras de Dalaran, aguardando su inevitable ejecución a
mano de Garithos. Lady Vashj y sus naga logran infiltrarse en los
acueductos de la ciudad y liberan al príncipe elfo. Kael les dice
que su gente está empezando a enloquecer debido a la gran ausencia
de magia a la cual se ven expuestos desde la destrucción del Pozo
del Sol, entonces Vashj le ofrece una nueva fuente de poder mágico
bajo la sombría mano de su maestro, Illidan Stormrage, quien puede
saciar las necesidades de magia de los elfos sanguinarios. Kael cae
en una encrucijada: morir ejecutado por los humanos o entregarse a
la voluntad del semi-demonio. Los elfos sanguinarios deciden dejar
atrás Lordaeron y aceptan la oferta de Vashj.
En la profundidad de los laberintos de Dalaran, Kael y Vashj deben
enfrentarse a las fuerzas de Garithos, a la vez que liberan a los
elfos sanguinarios prisioneros. Al llegar a la gran biblioteca, Kael
percibe la energía de los fantasmas de los archimagos asesinados por
Arthas durante el asedio de la Ciudadela Violeta, los cuales
continúan luchando después de muertos, reviviendo su última batalla.
Después de darles paz a sus espíritus, Kael debe enfrentarse al
carcelero de Dalaran, un viejo amigo suyo, quien está dispuesto a no
dejarlos escapar, por lo que Kael tiene que matarlo. Finalmente, al
salir a la superficie, Vashj informa a Kael que el antiguo portal
que el Lich Kel´thuzad utilizó para que Archimonde entrara en
Azeroth continúa abierto, y es por allí donde van a escapar.
Mientras los ingenieros elfos levantan una serie de torres alrededor
del portal, Kael y Vashj luchan contra las fuerzas humanas de
Garithos que intentan evitar el escape. Finalmente todos los elfos
sanguinarios han logrado pasar a través del portal, dejando atrás
para siempre, la tierra que los cobijó por diez mil años.
El nuevo mundo es una dimensión caótica, rocosa, seca y rojiza, de
retorcida vegetación. Esta nueva dimensión se llama Outland, y
corresponde al remanente de lo que fue el antiguo Draenor, el hogar
original de los orcos, destruido por los múltiples portales de
Ner’zhul. Después de muchos días de buscar a Illidan, las fuerzas de
Vashj y Kael finalmente dan, asombrados, con un campamento de elfos
nocturnos. En él, la Guardiana Maiev Shadowsong finalmente ha
logrado capturar al antiguo Cazador de Demonios, y enjaulándolo en
una celda especial, se dispone a volver a Ashenvale para ajusticiar
al traidor. Una tremenda batalla se da entre ambas fuerzas. Maiev,
recordando la imprudencia de Kael cuando la delató ante Malfurion, y
viendo que el príncipe elfo se ha aliado con la Naga, pone feroz
resistencia al ataque. Luego del fiero combate, Maiev es mortalmente
herida por una flecha de Vashj, y derrotada, pierde a su presa.
Illidan es finalmente liberado. La Guardiana, aunque aún vive,
escapa junto a sus Vigilantes en la incertidumbre del rojo mundo.
Kael e Illidan son presentados. El Cazador de Demonios le revela al
joven príncipe que tanto los naga como los altos elfos una vez
fueron una sola raza, los ilustres Bien Nacidos, los favoritos de
Aszhara, la enloquecida reina de los Elfos Nocturnos. Cuando Illidan
fue liberado por Tyrande de la prisión de los Tálamos Profundos,
secretamente fue contactado por nada menos que Kil’jaeden el
Embaucador, quien le reveló la existencia del Rey Lich Ner’zhul,
encerrado en el Trono de Hielo en Northrend. Kil’jaeden sabe que el
Rey Lich planea liberarse a toda costa de su prisión, y se ha
enterado de la traición de Arthas, quien informó al mismo Illidan de
la existencia de la Calavera de Gul’dan, que a la postre le costó la
victoria a la Legión Ardiente. Ahora, temiendo que el Rey Lich
llegue a ser demasiado poderoso si logra liberarse, Kil’jaeden
promete a Illidan poder infinito por destruir el Trono de Hielo. Esa
es la razón de que Illidan robara el Ojo de Sargeras en primer
término, con el propósito de crear un gran cataclismo que destruyera
Northrend y al Rey Lich.
Ahora que ha fracasado gracias a la intervención de Malfurion y
Tyrande, Illidan teme que Kil’jaeden derrame su furia sobre él, por
lo que ha decidido ocultarse en Outland.
Para asegurarse el dominio del destruido mundo, Illidan decide
destruir la Ciudadela Negra, una fortaleza que está regida por
Magtheridon, un Señor del Foso subordinado a Mannoroth el
Destructor, quien ejerce su brutal poder sobre Outland en nombre de
la Legión Ardiente. Illidan sabe que para vencer a Magtheridon,
primero necesita destruir tres portales mágicos remanentes de los
construidos por Ner’zhul, de donde el Señor del Foso obtiene
refuerzos provenientes del Torbellino de la Nada.
Luego de asediar y destruir el primer portal, las fuerzas de Illidan
se encuentran con Orcos del Caos, sobrevivientes del colapso de
Draenor que han sido esclavizados por Magtheridon y reclutados en el
ejército de la Legión. Estos Orcos del Caos, corrompidos por el
maligno poder de la Legión, se encuentran dirigidos por Rend y Main,
los hijos de Blackhand el Destructor, Señor de la Guerra durante la
Primera Guerra contra los humanos. Convertidos ahora en despiadados
orcos del caos, Rend y Main se opondrán a todos los planes de
Illidan. Para su fortuna, éste encuentra a Akama, el último chamán
de los draenei, quien resiste el asalto de las fuerzas de los orcos
en una pequeña ciudad mortuoria, el último vestigio de su agonizante
civilización. Illidan ofrece a los draenei ayudarles a derrotar a
los orcos si estos les ayudan en la guerra contra Magtheridon.
Destruidos los tres portales, Illidan y los suyos inician el asedio
de la formidable fortaleza de la Ciudadela Negra. Gracias a los
poderes de camuflaje de los draenei, Akama logra penetrar dentro de
la fortaleza, y destruye las torres y sistemas de seguridad,
permitiendo el asalto de Illidan, los naga y los elfos sanguinarios.
Kael y Vashj se encargan de matar a los lugartenientes de
Magtheridon, la diabólica demonesa Sucubus, la Dama de los
Tormentos, y el Señor de la Destrucción, un voraz demonio de la
Guardia de la Perdición, y tras asesinar a Rend y Main, finalmente
Illidan enfrenta a Magtheridon. Este cree que Illidan es un agente
de la Legión que viene a probarlo, pero Illidan lo despacha
rápidamente y reclama Outland para él.
Aún no ha terminado de saborear su victoria, cuando una enorme nube
de energía caótica se forma en el horizonte. Kil’jaeden el
Embaucador aparece frente a Illidan y sus seguidores. Le reclama su
estupidez al pretender ocultarse de él en Outland, y le ofrece a
Illidan una última oportunidad para destruir el Trono de Hielo para
escapar de su rabia. Temeroso, Illidan accede. Vashj y los Naga, y
Kael y los Elfos Sanguinarios juran lealtad a Illidan y viajan con
él a Northrend, mientras que Akama y los draenei asegurarán las
fuerzas del Cazador de Demonios en Outland.
“Los pocos que
quedamos de nosotros, nos hacemos llamar Elfos Sanguinarios, en
homenaje a nuestros amados caídos”.
misma raza: los amados Bien Nacidos de la reina Aszhara. Aunque
desconfía de los Naga por haber luchado contra ellos, Kael no tiene
más remedio que aceptar la ayuda de las serpientes, y cruza el lago.
Una vez en la isla, los Elfos Sanguinarios se ven obligados a
enfrentarse a algunas fuerzas del Azote que han acampado al otro
lado de la isla. Para colmo, frente al segundo observatorio, los
Trolls Amani, los acérrimos y ancestrales archirivales de los Altos
Elfos, han construido una aldea. Luego de una tremenda lucha contra
ambas fuerzas, Kael finalmente logra su objetivo.
El tercer observatorio, localizado en la costa opuesta del lago, se
encuentra defendido por el último y más poderoso jefe Gnoll, quien
planta gran resistencia al asalto de los Elfos. Luego de enfrentarse
personalmente con Hooger, Kael completa su misión.
Al día siguiente, en la base de la Alianza, Kael y sus elfos se
encuentran listos para movilizarse. En ese momento, llega un
emisario de Garithos, quien informa que un enorme ejército del Azote
se aproxima sobre la base de los Altos Elfos. Sin embargo, Garithos
necesita a todas las fuerzas disponibles en el frente, por lo que
ordena que todos los humanos se dirijan hacia su base. Esto deja
prácticamente indefenso a Kael y sus hermanos. En el momento de
atacar los muertos vivientes, nuevamente Vashj y los Naga aparecen y
ofrecen su ayuda al joven Príncipe. Una vez que los muertos han sido
derrotados, Garithos llega a la base de Kael justo en el momento en
que Vashj y sus Naga dejan el combate. Enfurecido, el Gran Mariscal
acusa a Kael de traición y envía a encerrar a todos los elfos en las
prisiones mágicas de Dalaran.
Kael´thas y sus elfos sanguinarios languidecen su prisión en las
mágicas mazmorras de Dalaran, aguardando su inevitable ejecución a
mano de Garithos. Lady Vashj y sus naga logran infiltrarse en los
acueductos de la ciudad y liberan al príncipe elfo. Kael les dice
que su gente está empezando a enloquecer debido a la gran ausencia
de magia a la cual se ven expuestos desde la destrucción del Pozo
del Sol, entonces Vashj le ofrece una nueva fuente de poder mágico
bajo la sombría mano de su maestro, Illidan Stormrage, quien puede
saciar las necesidades de magia de los elfos sanguinarios. Kael cae
en una encrucijada: morir ejecutado por los humanos o entregarse a
la voluntad del semi-demonio. Los elfos sanguinarios deciden dejar
atrás Lordaeron y aceptan la oferta de Vashj.
En la profundidad de los laberintos de Dalaran, Kael y Vashj deben
enfrentarse a las fuerzas de Garithos, a la vez que liberan a los
elfos sanguinarios prisioneros. Al llegar a la gran biblioteca, Kael
percibe la energía de los fantasmas de los archimagos asesinados por
Arthas durante el asedio de la Ciudadela Violeta, los cuales
continúan luchando después de muertos, reviviendo su última batalla.
Después de darles paz a sus espíritus, Kael debe enfrentarse al
carcelero de Dalaran, un viejo amigo suyo, quien está dispuesto a no
dejarlos escapar, por lo que Kael tiene que matarlo. Finalmente, al
salir a la superficie, Vashj informa a Kael que el antiguo portal
que el Lich Kel´thuzad utilizó para que Archimonde entrara en
Azeroth continúa abierto, y es por allí donde van a escapar.
Mientras los ingenieros elfos levantan una serie de torres alrededor
del portal, Kael y Vashj luchan contra las fuerzas humanas de
Garithos que intentan evitar el escape. Finalmente todos los elfos
sanguinarios han logrado pasar a través del portal, dejando atrás
para siempre, la tierra que los cobijó por diez mil años.
El nuevo mundo es una dimensión caótica, rocosa, seca y rojiza, de
retorcida vegetación. Esta nueva dimensión se llama Outland, y
corresponde al remanente de lo que fue el antiguo Draenor, el hogar
original de los orcos, destruido por los múltiples portales de
Ner’zhul. Después de muchos días de buscar a Illidan, las fuerzas de
Vashj y Kael finalmente dan, asombrados, con un campamento de elfos
nocturnos. En él, la Guardiana Maiev Shadowsong finalmente ha
logrado capturar al antiguo Cazador de Demonios, y enjaulándolo en
una celda especial, se dispone a volver a Ashenvale para ajusticiar
al traidor. Una tremenda batalla se da entre ambas fuerzas. Maiev,
recordando la imprudencia de Kael cuando la delató ante Malfurion, y
viendo que el príncipe elfo se ha aliado con la Naga, pone feroz
resistencia al ataque. Luego del fiero combate, Maiev es mortalmente
herida por una flecha de Vashj, y derrotada, pierde a su presa.
Illidan es finalmente liberado. La Guardiana, aunque aún vive,
escapa junto a sus Vigilantes en la incertidumbre del rojo mundo.
Kael e Illidan son presentados. El Cazador de Demonios le revela al
joven príncipe que tanto los naga como los altos elfos una vez
fueron una sola raza, los ilustres Bien Nacidos, los favoritos de
Aszhara, la enloquecida reina de los Elfos Nocturnos. Cuando Illidan
fue liberado por Tyrande de la prisión de los Tálamos Profundos,
secretamente fue contactado por nada menos que Kil’jaeden el
Embaucador, quien le reveló la existencia del Rey Lich Ner’zhul,
encerrado en el Trono de Hielo en Northrend. Kil’jaeden sabe que el
Rey Lich planea liberarse a toda costa de su prisión, y se ha
enterado de la traición de Arthas, quien informó al mismo Illidan de
la existencia de la Calavera de Gul’dan, que a la postre le costó la
victoria a la Legión Ardiente. Ahora, temiendo que el Rey Lich
llegue a ser demasiado poderoso si logra liberarse, Kil’jaeden
promete a Illidan poder infinito por destruir el Trono de Hielo. Esa
es la razón de que Illidan robara el Ojo de Sargeras en primer
término, con el propósito de crear un gran cataclismo que destruyera
Northrend y al Rey Lich.
Ahora que ha fracasado gracias a la intervención de Malfurion y
Tyrande, Illidan teme que Kil’jaeden derrame su furia sobre él, por
lo que ha decidido ocultarse en Outland.
Para asegurarse el dominio del destruido mundo, Illidan decide
destruir la Ciudadela Negra, una fortaleza que está regida por
Magtheridon, un Señor del Foso subordinado a Mannoroth el
Destructor, quien ejerce su brutal poder sobre Outland en nombre de
la Legión Ardiente. Illidan sabe que para vencer a Magtheridon,
primero necesita destruir tres portales mágicos remanentes de los
construidos por Ner’zhul, de donde el Señor del Foso obtiene
refuerzos provenientes del Torbellino de la Nada.
Luego de asediar y destruir el primer portal, las fuerzas de Illidan
se encuentran con Orcos del Caos, sobrevivientes del colapso de
Draenor que han sido esclavizados por Magtheridon y reclutados en el
ejército de la Legión. Estos Orcos del Caos, corrompidos por el
maligno poder de la Legión, se encuentran dirigidos por Rend y Main,
los hijos de Blackhand el Destructor, Señor de la Guerra durante la
Primera Guerra contra los humanos. Convertidos ahora en despiadados
orcos del caos, Rend y Main se opondrán a todos los planes de
Illidan. Para su fortuna, éste encuentra a Akama, el último chamán
de los draenei, quien resiste el asalto de las fuerzas de los orcos
en una pequeña ciudad mortuoria, el último vestigio de su agonizante
civilización. Illidan ofrece a los draenei ayudarles a derrotar a
los orcos si estos les ayudan en la guerra contra Magtheridon.
Destruidos los tres portales, Illidan y los suyos inician el asedio
de la formidable fortaleza de la Ciudadela Negra. Gracias a los
poderes de camuflaje de los draenei, Akama logra penetrar dentro de
la fortaleza, y destruye las torres y sistemas de seguridad,
permitiendo el asalto de Illidan, los naga y los elfos sanguinarios.
Kael y Vashj se encargan de matar a los lugartenientes de
Magtheridon, la diabólica demonesa Sucubus, la Dama de los
Tormentos, y el Señor de la Destrucción, un voraz demonio de la
Guardia de la Perdición, y tras asesinar a Rend y Main, finalmente
Illidan enfrenta a Magtheridon. Este cree que Illidan es un agente
de la Legión que viene a probarlo, pero Illidan lo despacha
rápidamente y reclama Outland para él.
Aún no ha terminado de saborear su victoria, cuando una enorme nube
de energía caótica se forma en el horizonte. Kil’jaeden el
Embaucador aparece frente a Illidan y sus seguidores. Le reclama su
estupidez al pretender ocultarse de él en Outland, y le ofrece a
Illidan una última oportunidad para destruir el Trono de Hielo para
escapar de su rabia. Temeroso, Illidan accede. Vashj y los Naga, y
Kael y los Elfos Sanguinarios juran lealtad a Illidan y viajan con
él a Northrend, mientras que Akama y los draenei asegurarán las
fuerzas del Cazador de Demonios en Outland.
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Re: Tercera Parte: El Trono de Hielo
Guerra Civil en las Tierras de la Plaga – La Rebelión de los Forsaken
“Desde hoy en
adelante, solamente seremos los Forsaken”.
En los arruinados jardines de la Ciudad Capital de Lordaeron, los
Señores del Terror Nathrezim, los generales de Arquimonde, discuten
acerca de sus futuros planes para la Legión, mientras son
secretamente observados por el lich Kel’thuzad y la banshee Sylvanas
Windrunner, la antigua Ranger elfa. Los tres Señores del Terror,
Balnazzar, Detheroc y Varimathras, no han tenido noticias de
Archimonde desde hace meses y comienzan a sentirse ansiosos.
Detheroc y Varimathras argumentan abandonar al Azote y volver al
Torbellino del Vacío, pero Balnazzar, el mayor y más poderoso de los
tres, piensa que Archimonde los contactará, por lo que deben
mantener sus posiciones. Cuando la reunión está a punto de terminar,
súbitamente las puertas de los jardines son derribadas, y Arthas
aparece.
Agradeciéndoles por cuidar de su reino, el Caballero de la Muerte
ordena a los Nathrezim abandonar inmediatamente Lordaeron o sufrir
su furia. Balnazzar lo refuta y los tres Señores del Terror
desaparecen fuera de su alcance. Kel’thuzad y Sylvanas se acercan y
congratulan al príncipe. Arthas se nombra a sí mismo como Rey de
Lordaeron, y decide terminar de erradicar a la humanidad de sus
tierras. Los tres generales del Azote se separan y se dirigen a
destruir a los últimos refugiados humanos de Lordaeron. Mientras
luchan por asesinar a todos los humanos sobrevivientes, Arthas
sorpresivamente se encuentra con dos paladines de la Orden de la
Mano de Plata, quienes se disponen a resistir al Azote y permitir el
escape de los humanos. Dagren el Cazador de Orcos y Magroth, quien
ayudara a Malfurion y Tyrande en su batalla con Illidan, han
organizado un grupo de resistencia entre los remanentes de la
Alianza de Lordaeron, y resisten el embate del Azote. Finalmente,
Arthas, Kel’thuzad y Sylvanas logran derrotarlos y asesinarlos.
Lordaeron ha dejado de ser un reino humano.
Todavía Arthas no acaba de celebrar su naciente victoria, cuando es
repentinamente atacado por una convulsión psíquica, proveniente del
Rey Lich. Ner’zhul advierte al Caballero que la ciudadela de
Icecrown se encuentra bajo inminente ataque, e inmediatamente le
ordena volver a Northrend para defender el Trono de Hielo. Para
empeorar las cosas, los grandes poderes del Rey Lich cada vez van
menguando continuamente. El Caballero de la Muerte suspende la
cacería y regresa a la Ciudad Capital junto a Kel’thuzad para hacer
los preparativos del viaje a Northrend.
Mientras tanto, en la oscuridad de los remotos bosques de los Claros
de Tirisfal, Sylvanas Windrunner se reune en un mitting secreto con
los tres señores del terror Nathrezim. Con el debilitamiento del Rey
Lich, la banshee ciertamente ha recuperado el control sobre sí misma
y sus acciones, y se ha independizado del poder de Ner’zhul.
Silvanas desea desesperadamente tomar venganza por su condición de
muerto viviente y por la destrucción de su amada Quel’thalas. Los
Nathrezim han confirmado la derrota de la Legión Ardiente a manos de
los ejércitos mortales, y desean tomar el control del Azote
destruyendo a Arthas y a Kel’thuzad. Silvanas acuerda con ellos
destruir al Caballero, pero se niega a revelar sus métodos. La
reunión se disuelve, y los Señores del Terror se preparan para la
rebelión.
De vuelta en el destruido palacio de Terenas, Arthas y Kel’thuzad
discuten acerca de las posibles causas de la debilidad del Rey Lich
y sus consecuencias para el Azote. En ese momento, Balnazzar,
Detheroc y Varimathras aparecen, y toman control mental de los
guerreros del Azote. Arthas y Kel’thuzad son separados, y el
Caballero de la Muerte se ve obligado a combatir, con fuerza y
astucia, a sus anteriores fieles guerreros.
Una vez fuera de la capital, aparecen las banshees de Silvanas, que
ayudan a Arthas a escapar y lo conducen a él y sus tropas a un
desolado claro en medio del bosque, en las afueas. Allí, las
banshees destruyen a las tropas de Arthas, y Silvanas aparece,
lanzando una flecha envenenada al Caballero de la Muerte.
Prometiendo darle una muerte tortuosa y horrible, Silvanas se
dispone a acabar con Arthas, pero en ese momento, aparece Kel’thuzad
con fuerzas leales, y las banshee huyen en medio de la oscuridad.
Satisfechos de haber ahuyentado a las fuerzas rebeldes, los dos
líderes de los muertos vivientes se dirigen hacia los muelles.
Arthas deja el Azote en manos de su fiel Kel’thuzad y parte con su
flota hacia Northrend.
La Dama Oscura
Mientras tanto, en las Tierras devastadas por la Plaga, Silvanas y
los muertos vivientes que han logrado liberarse del control mental
del Rey Lich, discuten acerca de su futuro. Silvanas se encuentra
profundamente enfadada con Arthas por haberla condenado a la eterna
maldición de la no-muerte. Varimathras aparece y le ofrece unirse al
nuevo orden de los Señores del Terror de Lordaeron, pero ella refuta
vehementemente y responde que solamente odia a Arthas un poco más de
lo que odia a los Nathrezim. Varimathras promete venganza por la
insolencia y desaparece.
Ante el inminente ataque del Señor del Terror, Silvanas ordena a sus
banshees buscar fuerzas suficientemente fuertes para combatir. Las
banshees poseen a varias tribus de Gnolls, ogros y bandidos humanos
que se encuentran ocultos entre los bosques. Con la ayuda de estas
poderosas fuerzas, Silvanas logra vencer a Varimathras y arrasar su
base. Cuando la Ranger oscura se prepara para despachar al Señor del
Terror, Varimathras ofrece hacer un trato con ella a cambio de su
vida: Varimathras le ayudará a derrotar a sus dos hermanos, Detheroc
y Balnazzar. Aunque Silvanas sospecha de las verdaderas razones de
la alianza con el Señor del Terror, acepta el trato.
Las fuerzas de Silvanas y Varimathras se preparan para asaltar la
base de Detheroc en el este de la Ciudad Capital. Detheroc, para
fortalecer sus fuerzas, ha controlado mentalmente a un general de la
Alianza, que no es otro que el despreciable Mariscal Garithos, por
lo que las inmensas fuerzas del Mariscal están al servicio de
Detheroc. Utilizando la habilidad de sus banshees para poseer a los
soldados de Garithos, Silvanas y Varimathras penetran en la ciudad y
rápidamente empiezan a despachar a las fuerzas de Detheroc. Muerto
el Señor del Terror, Garithos ha recobrado la conciencia. Con
Balnazzar fuertemente atrincherado en la Ciudad Capital, Silvanas
ofrece una alianza a Garithos. Aunque éste desacuerda unirse con los
repulsivos muertos vivientes, Silvanas le ofrece entregarle
nuevamente la Ciudad Capital una vez que Balnazzar sea destruido.
Ante la inminente oportunidad de alcanzar gloria y fama, el Mariscal
acepta, pero secretamente, Silvanas confiesa a Varimathras el
engaño.
El asedio de ambos ejércitos sobre Lordaeron es impresionante, dada
la gran resistencia de Balnazzar, y muchos soldados caen en la
batalla, pero finalmente, el último Señor del Terror es acorralado.
Como examen final para su lealtad, la Dama Oscura ordena a
Varimathras asesinar a Balnazzar, pero es prohibido para un
Nathrezim matar a otro Nathrezim. Ante la insistencia de la Ranger
oscura, Varimathras ejecuta a Balnazzar. Garithos reclama la Ciudad
Capital para los humanos, pero Silvanas muestra sus verdaderas
intenciones y ordena a Varimathras matar a Garithos, lo que este
hace con placer. Finalmente, Silvanas proclama que Lordaeron es
suyo, y que ahora en adelante, ella y sus muertos vivientes
solamente serán conocidos como los Forsaken.
“Desde hoy en
adelante, solamente seremos los Forsaken”.
En los arruinados jardines de la Ciudad Capital de Lordaeron, los
Señores del Terror Nathrezim, los generales de Arquimonde, discuten
acerca de sus futuros planes para la Legión, mientras son
secretamente observados por el lich Kel’thuzad y la banshee Sylvanas
Windrunner, la antigua Ranger elfa. Los tres Señores del Terror,
Balnazzar, Detheroc y Varimathras, no han tenido noticias de
Archimonde desde hace meses y comienzan a sentirse ansiosos.
Detheroc y Varimathras argumentan abandonar al Azote y volver al
Torbellino del Vacío, pero Balnazzar, el mayor y más poderoso de los
tres, piensa que Archimonde los contactará, por lo que deben
mantener sus posiciones. Cuando la reunión está a punto de terminar,
súbitamente las puertas de los jardines son derribadas, y Arthas
aparece.
Agradeciéndoles por cuidar de su reino, el Caballero de la Muerte
ordena a los Nathrezim abandonar inmediatamente Lordaeron o sufrir
su furia. Balnazzar lo refuta y los tres Señores del Terror
desaparecen fuera de su alcance. Kel’thuzad y Sylvanas se acercan y
congratulan al príncipe. Arthas se nombra a sí mismo como Rey de
Lordaeron, y decide terminar de erradicar a la humanidad de sus
tierras. Los tres generales del Azote se separan y se dirigen a
destruir a los últimos refugiados humanos de Lordaeron. Mientras
luchan por asesinar a todos los humanos sobrevivientes, Arthas
sorpresivamente se encuentra con dos paladines de la Orden de la
Mano de Plata, quienes se disponen a resistir al Azote y permitir el
escape de los humanos. Dagren el Cazador de Orcos y Magroth, quien
ayudara a Malfurion y Tyrande en su batalla con Illidan, han
organizado un grupo de resistencia entre los remanentes de la
Alianza de Lordaeron, y resisten el embate del Azote. Finalmente,
Arthas, Kel’thuzad y Sylvanas logran derrotarlos y asesinarlos.
Lordaeron ha dejado de ser un reino humano.
Todavía Arthas no acaba de celebrar su naciente victoria, cuando es
repentinamente atacado por una convulsión psíquica, proveniente del
Rey Lich. Ner’zhul advierte al Caballero que la ciudadela de
Icecrown se encuentra bajo inminente ataque, e inmediatamente le
ordena volver a Northrend para defender el Trono de Hielo. Para
empeorar las cosas, los grandes poderes del Rey Lich cada vez van
menguando continuamente. El Caballero de la Muerte suspende la
cacería y regresa a la Ciudad Capital junto a Kel’thuzad para hacer
los preparativos del viaje a Northrend.
Mientras tanto, en la oscuridad de los remotos bosques de los Claros
de Tirisfal, Sylvanas Windrunner se reune en un mitting secreto con
los tres señores del terror Nathrezim. Con el debilitamiento del Rey
Lich, la banshee ciertamente ha recuperado el control sobre sí misma
y sus acciones, y se ha independizado del poder de Ner’zhul.
Silvanas desea desesperadamente tomar venganza por su condición de
muerto viviente y por la destrucción de su amada Quel’thalas. Los
Nathrezim han confirmado la derrota de la Legión Ardiente a manos de
los ejércitos mortales, y desean tomar el control del Azote
destruyendo a Arthas y a Kel’thuzad. Silvanas acuerda con ellos
destruir al Caballero, pero se niega a revelar sus métodos. La
reunión se disuelve, y los Señores del Terror se preparan para la
rebelión.
De vuelta en el destruido palacio de Terenas, Arthas y Kel’thuzad
discuten acerca de las posibles causas de la debilidad del Rey Lich
y sus consecuencias para el Azote. En ese momento, Balnazzar,
Detheroc y Varimathras aparecen, y toman control mental de los
guerreros del Azote. Arthas y Kel’thuzad son separados, y el
Caballero de la Muerte se ve obligado a combatir, con fuerza y
astucia, a sus anteriores fieles guerreros.
Una vez fuera de la capital, aparecen las banshees de Silvanas, que
ayudan a Arthas a escapar y lo conducen a él y sus tropas a un
desolado claro en medio del bosque, en las afueas. Allí, las
banshees destruyen a las tropas de Arthas, y Silvanas aparece,
lanzando una flecha envenenada al Caballero de la Muerte.
Prometiendo darle una muerte tortuosa y horrible, Silvanas se
dispone a acabar con Arthas, pero en ese momento, aparece Kel’thuzad
con fuerzas leales, y las banshee huyen en medio de la oscuridad.
Satisfechos de haber ahuyentado a las fuerzas rebeldes, los dos
líderes de los muertos vivientes se dirigen hacia los muelles.
Arthas deja el Azote en manos de su fiel Kel’thuzad y parte con su
flota hacia Northrend.
La Dama Oscura
Mientras tanto, en las Tierras devastadas por la Plaga, Silvanas y
los muertos vivientes que han logrado liberarse del control mental
del Rey Lich, discuten acerca de su futuro. Silvanas se encuentra
profundamente enfadada con Arthas por haberla condenado a la eterna
maldición de la no-muerte. Varimathras aparece y le ofrece unirse al
nuevo orden de los Señores del Terror de Lordaeron, pero ella refuta
vehementemente y responde que solamente odia a Arthas un poco más de
lo que odia a los Nathrezim. Varimathras promete venganza por la
insolencia y desaparece.
Ante el inminente ataque del Señor del Terror, Silvanas ordena a sus
banshees buscar fuerzas suficientemente fuertes para combatir. Las
banshees poseen a varias tribus de Gnolls, ogros y bandidos humanos
que se encuentran ocultos entre los bosques. Con la ayuda de estas
poderosas fuerzas, Silvanas logra vencer a Varimathras y arrasar su
base. Cuando la Ranger oscura se prepara para despachar al Señor del
Terror, Varimathras ofrece hacer un trato con ella a cambio de su
vida: Varimathras le ayudará a derrotar a sus dos hermanos, Detheroc
y Balnazzar. Aunque Silvanas sospecha de las verdaderas razones de
la alianza con el Señor del Terror, acepta el trato.
Las fuerzas de Silvanas y Varimathras se preparan para asaltar la
base de Detheroc en el este de la Ciudad Capital. Detheroc, para
fortalecer sus fuerzas, ha controlado mentalmente a un general de la
Alianza, que no es otro que el despreciable Mariscal Garithos, por
lo que las inmensas fuerzas del Mariscal están al servicio de
Detheroc. Utilizando la habilidad de sus banshees para poseer a los
soldados de Garithos, Silvanas y Varimathras penetran en la ciudad y
rápidamente empiezan a despachar a las fuerzas de Detheroc. Muerto
el Señor del Terror, Garithos ha recobrado la conciencia. Con
Balnazzar fuertemente atrincherado en la Ciudad Capital, Silvanas
ofrece una alianza a Garithos. Aunque éste desacuerda unirse con los
repulsivos muertos vivientes, Silvanas le ofrece entregarle
nuevamente la Ciudad Capital una vez que Balnazzar sea destruido.
Ante la inminente oportunidad de alcanzar gloria y fama, el Mariscal
acepta, pero secretamente, Silvanas confiesa a Varimathras el
engaño.
El asedio de ambos ejércitos sobre Lordaeron es impresionante, dada
la gran resistencia de Balnazzar, y muchos soldados caen en la
batalla, pero finalmente, el último Señor del Terror es acorralado.
Como examen final para su lealtad, la Dama Oscura ordena a
Varimathras asesinar a Balnazzar, pero es prohibido para un
Nathrezim matar a otro Nathrezim. Ante la insistencia de la Ranger
oscura, Varimathras ejecuta a Balnazzar. Garithos reclama la Ciudad
Capital para los humanos, pero Silvanas muestra sus verdaderas
intenciones y ordena a Varimathras matar a Garithos, lo que este
hace con placer. Finalmente, Silvanas proclama que Lordaeron es
suyo, y que ahora en adelante, ella y sus muertos vivientes
solamente serán conocidos como los Forsaken.
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Re: Tercera Parte: El Trono de Hielo
Una Sinfonía de Hielo y Fuego – La Ascensión – El Rey Lich Triunfante
Mientras Silvanas se hacía con el poder en Lordaeron, la flota de
Arthas desembarcaba en Northrend. En el momento en que sus tropas se
encuentran desembarcando en la Bahía Daggercap, son repentinamente
atacados por jinetes halcones de los Elfos Sanguinarios. Sorprendido
de ver elfos en esas desoladas tierras, Arthas ordena sus muertes.
Durante la batalla, la tierra empieza a temblar, y de las
profundidades de un profundo abismo, una gigantesca criatura
semejante a un escarabajo emerge a la superficie y acaba con los
elfos. El guerrero se identifica como Anub’Arak, el último rey de
los nerubians, ahora transformado en un Señor de la Cripta por los
grandes poderes nigromantes de Neru’zhul. Será su guardaespaldas
durante la travesía hasta Icecrown. En ese momento, aparece una
figura en medio del campamento: es Kael’thas, el príncipe de los
Elfos Sanguinarios. En efecto, Kael informa a Arthas de la cercana
destrucción del Rey Lich al mando de las fuerzas combinadas de elfos
y naga al mando de Illidan, y Arthas no podrá hacer nada. Es la
venganza de los Altos Elfos por la destrucción de Quel’thalas y
otros insultos.
Kael desaparece, y las fuerzas del Azote penetran en Northrend.
Anub’Arak propone cortar camino penetrando en el oscuro reino
subterráneo de Azjol-Nerub, y Arthas acepta, pero para llegar a la
entrada de las catacumbas, deben vencer a una enorme fuerza de
guerreros naga que guarda la entrada. Ante la constante debilidad
del Caballero de la Muerte, Anub’Arak y Arthas deciden atacar a un
dragón azul que vive cerca de la zona, que no es otro que el
poderoso Sapphiron, el sirviente de Malygos, que durante milenios ha
defendido el ancestral cementerio de los dragones, el Dragonbligth.
Tras una gran batalla con Sapphiron, finalmente el dragón cae, y
Arthas, utilizando los poderes nigromantes de Frostmourne, lo anima
como un Wyrm de hielo. Con la ayuda de Sapphiron, Arthas y Anub’Arak
se abren paso entre las fuerzas de los naga, y finalmente penetran
en el cañón que lleva a las catacumbas de Azjol-Nerub.
En la entrada hallan otra sorpresa. Una banda de enanos les cierra
el paso. Son los enanos de Muradin Bronzebearb, a quien Arthas
traicionara cuando ambos fueron en la búsqueda de Frostmourne. Los
enanos han permanecido en Northrend desde entonces, al mando de
Baelgun, primer lugarteniente de Muradin, con el objetivo de vengar
a su camarada. Sin embargo, durante su estadía en Northrend, los
enanos han despertado un profundo y terrible mal que duerme bajo la
tierra. Arthas y Anub’Arak, con la ayuda de Sapphiron, derrotan a
los enanos y penetran en las catacumbas.
Una vez dentro de la gruta, Baelgun ordena dinamitar un valioso
puente hacia el interior del Viejo Reino nerubian. Arthas y
Anub’Arak deben dar un gran rodeo por el llamado Reino Inferior,
enfrentándose a los enanos de Baelgun a cada paso y a las ocultas
trampas colocadas antaño por los nerubians durante la Guerra de la
Araña. Derrotado Baelgun por el poder de los héroes muertos
vivientes, inician el ascenso hacia el Reino Superior, donde las
fuerzas rebeldes de los nerubians sobrevivientes se oponen al paso
de su antiguo señor. Durante el ascenso, se encuentran con el
peligro que tanto temían los enanos: los Sin Rostro (Faceless One).
Estas monstruosas criaturas con enormes tentáculos, levantadas en lo
profundo de la oscuridad de Azjol-Nerub, se constituyen un gran
adversario para Arthas y Anub’Arak.
Luego de muchas vicisitudes, se enfrentan con el líder de los Sin
Rostro, el Olvidado (Forgottem One), una enorme criatura con miles
de tentáculos, gigantesca como una montaña. Arthas y Anub’Arak
luchan con todas sus fuerzas, hasta que logran derrotarlo.
Una vez en el Reino Superior, un tremendo terremoto produce un
derrumbe y ambos héroes son separados. Arthas, solo, trata de
escapar hacia la superficie, perseguido por los malvados Sin Rostro,
que añoran venganza, y cruzando un enorme laberinto de túneles.
Finalmente, se encuentra con Anub’Arak y salen a la superficie,
justo en la base de Icecrown.
Horas después, el Azote ha colocado sus bases cerca del Trono de
Hielo. El Rey Lich se comunica mentalmente con Arthas de nuevo, y le
explica que Frostmourne una vez fue parte del Trono de Hielo, pero
que él ordenó retirar la espada con el objetivo de que Arthas la
encontrara y eventualmente le condujera a Icecrown. El hueco dejado
por Frostmourne ha drenado su poder desde ese momento.
Cuatro inmensos obeliscos rodean Icecrown, y los cuatro deben estar
activados para abrir la cámara que conduce al Trono de Hielo. Del
otro lado del glaciar, Illidan y sus fuerzas, los Naga y Elfos
Sanguinarios, se preparan para el ataque final. Illidan promete que
este será el día en que el temible Azote llega a su fin, mientras
Arthas decide que Illidan ya se ha entrometido suficiente en sus
planes. Una tremenda batalla entre las fuerzas de Illidan y el Azote
se entabla alrededor de Icecrown. Continuamente, el control de los
obeliscos cambia de manos, pero finalmente, el Rey Lich concentra
todos sus poderes en su campeón, y el Azote resulta vencedor.
En un último y desesperado intento por evitar que Arthas ingrese a
la cámara del Trono de Hielo, Illidan se enfrenta cara a cara con el
Caballero. Los dos guerreros más poderes de la historia de Azeroth,
frente a frente, luego de muchas eras. Las Espadas Curvas de
Azzinoth y la poderosa Frostmourne relumbran con cada golpe, pero
Arthas, utilizando todas sus fuerzas, logra herir mortalmente en el
estómago a Illidan, que cae sobre la nieve y rápidamente se
desangra.
Con su enemigo vencido, Arthas procede a ingresar a la cámara.
Conforma asciende la congelada escalinata hacia el Trono de Hielo,
la cámara se va destruyendo y cae a su alrededor. Las voces de sus
antiguos amigos y amados, el Rey Terenas, Uther Lightbringer,
Muradin Bronzebearb y el archimago Antonidas, que él ha destruido en
nombre del Rey Lich, acosan su cabeza. Una vez en la cima, la
temible armadura de Ner’zhul, donde su espíritu maligno se halla
encerrado, lo conmina a romper el bloque de hielo y completar el
círculo. Con un último grito de desesperación, Arthas incrusta a
Frostmourne en el bloque de hielo, que se rompe en mil pedazos y
libera la armadura. Tomando el yelmo de Ner’zhul, que ha caído a sus
pies, Arthas se lo coloca, cual corona, sobre su cabeza. En la
profundidad de la gruta, la tenebrosa voz del Rey Lich resuena como
una profecía y una maldición: “Ahora, somos uno.”
Los destinos de Arthas y del Rey Lich se han fundido. Sentado sobre
el Trono de Hielo, triunfante, el Señor del Azote, el ser más
poderoso jamás visto sobre Azeroth, maquina su siguiente golpe sobre
el mundo…
Mientras Silvanas se hacía con el poder en Lordaeron, la flota de
Arthas desembarcaba en Northrend. En el momento en que sus tropas se
encuentran desembarcando en la Bahía Daggercap, son repentinamente
atacados por jinetes halcones de los Elfos Sanguinarios. Sorprendido
de ver elfos en esas desoladas tierras, Arthas ordena sus muertes.
Durante la batalla, la tierra empieza a temblar, y de las
profundidades de un profundo abismo, una gigantesca criatura
semejante a un escarabajo emerge a la superficie y acaba con los
elfos. El guerrero se identifica como Anub’Arak, el último rey de
los nerubians, ahora transformado en un Señor de la Cripta por los
grandes poderes nigromantes de Neru’zhul. Será su guardaespaldas
durante la travesía hasta Icecrown. En ese momento, aparece una
figura en medio del campamento: es Kael’thas, el príncipe de los
Elfos Sanguinarios. En efecto, Kael informa a Arthas de la cercana
destrucción del Rey Lich al mando de las fuerzas combinadas de elfos
y naga al mando de Illidan, y Arthas no podrá hacer nada. Es la
venganza de los Altos Elfos por la destrucción de Quel’thalas y
otros insultos.
Kael desaparece, y las fuerzas del Azote penetran en Northrend.
Anub’Arak propone cortar camino penetrando en el oscuro reino
subterráneo de Azjol-Nerub, y Arthas acepta, pero para llegar a la
entrada de las catacumbas, deben vencer a una enorme fuerza de
guerreros naga que guarda la entrada. Ante la constante debilidad
del Caballero de la Muerte, Anub’Arak y Arthas deciden atacar a un
dragón azul que vive cerca de la zona, que no es otro que el
poderoso Sapphiron, el sirviente de Malygos, que durante milenios ha
defendido el ancestral cementerio de los dragones, el Dragonbligth.
Tras una gran batalla con Sapphiron, finalmente el dragón cae, y
Arthas, utilizando los poderes nigromantes de Frostmourne, lo anima
como un Wyrm de hielo. Con la ayuda de Sapphiron, Arthas y Anub’Arak
se abren paso entre las fuerzas de los naga, y finalmente penetran
en el cañón que lleva a las catacumbas de Azjol-Nerub.
En la entrada hallan otra sorpresa. Una banda de enanos les cierra
el paso. Son los enanos de Muradin Bronzebearb, a quien Arthas
traicionara cuando ambos fueron en la búsqueda de Frostmourne. Los
enanos han permanecido en Northrend desde entonces, al mando de
Baelgun, primer lugarteniente de Muradin, con el objetivo de vengar
a su camarada. Sin embargo, durante su estadía en Northrend, los
enanos han despertado un profundo y terrible mal que duerme bajo la
tierra. Arthas y Anub’Arak, con la ayuda de Sapphiron, derrotan a
los enanos y penetran en las catacumbas.
Una vez dentro de la gruta, Baelgun ordena dinamitar un valioso
puente hacia el interior del Viejo Reino nerubian. Arthas y
Anub’Arak deben dar un gran rodeo por el llamado Reino Inferior,
enfrentándose a los enanos de Baelgun a cada paso y a las ocultas
trampas colocadas antaño por los nerubians durante la Guerra de la
Araña. Derrotado Baelgun por el poder de los héroes muertos
vivientes, inician el ascenso hacia el Reino Superior, donde las
fuerzas rebeldes de los nerubians sobrevivientes se oponen al paso
de su antiguo señor. Durante el ascenso, se encuentran con el
peligro que tanto temían los enanos: los Sin Rostro (Faceless One).
Estas monstruosas criaturas con enormes tentáculos, levantadas en lo
profundo de la oscuridad de Azjol-Nerub, se constituyen un gran
adversario para Arthas y Anub’Arak.
Luego de muchas vicisitudes, se enfrentan con el líder de los Sin
Rostro, el Olvidado (Forgottem One), una enorme criatura con miles
de tentáculos, gigantesca como una montaña. Arthas y Anub’Arak
luchan con todas sus fuerzas, hasta que logran derrotarlo.
Una vez en el Reino Superior, un tremendo terremoto produce un
derrumbe y ambos héroes son separados. Arthas, solo, trata de
escapar hacia la superficie, perseguido por los malvados Sin Rostro,
que añoran venganza, y cruzando un enorme laberinto de túneles.
Finalmente, se encuentra con Anub’Arak y salen a la superficie,
justo en la base de Icecrown.
Horas después, el Azote ha colocado sus bases cerca del Trono de
Hielo. El Rey Lich se comunica mentalmente con Arthas de nuevo, y le
explica que Frostmourne una vez fue parte del Trono de Hielo, pero
que él ordenó retirar la espada con el objetivo de que Arthas la
encontrara y eventualmente le condujera a Icecrown. El hueco dejado
por Frostmourne ha drenado su poder desde ese momento.
Cuatro inmensos obeliscos rodean Icecrown, y los cuatro deben estar
activados para abrir la cámara que conduce al Trono de Hielo. Del
otro lado del glaciar, Illidan y sus fuerzas, los Naga y Elfos
Sanguinarios, se preparan para el ataque final. Illidan promete que
este será el día en que el temible Azote llega a su fin, mientras
Arthas decide que Illidan ya se ha entrometido suficiente en sus
planes. Una tremenda batalla entre las fuerzas de Illidan y el Azote
se entabla alrededor de Icecrown. Continuamente, el control de los
obeliscos cambia de manos, pero finalmente, el Rey Lich concentra
todos sus poderes en su campeón, y el Azote resulta vencedor.
En un último y desesperado intento por evitar que Arthas ingrese a
la cámara del Trono de Hielo, Illidan se enfrenta cara a cara con el
Caballero. Los dos guerreros más poderes de la historia de Azeroth,
frente a frente, luego de muchas eras. Las Espadas Curvas de
Azzinoth y la poderosa Frostmourne relumbran con cada golpe, pero
Arthas, utilizando todas sus fuerzas, logra herir mortalmente en el
estómago a Illidan, que cae sobre la nieve y rápidamente se
desangra.
Con su enemigo vencido, Arthas procede a ingresar a la cámara.
Conforma asciende la congelada escalinata hacia el Trono de Hielo,
la cámara se va destruyendo y cae a su alrededor. Las voces de sus
antiguos amigos y amados, el Rey Terenas, Uther Lightbringer,
Muradin Bronzebearb y el archimago Antonidas, que él ha destruido en
nombre del Rey Lich, acosan su cabeza. Una vez en la cima, la
temible armadura de Ner’zhul, donde su espíritu maligno se halla
encerrado, lo conmina a romper el bloque de hielo y completar el
círculo. Con un último grito de desesperación, Arthas incrusta a
Frostmourne en el bloque de hielo, que se rompe en mil pedazos y
libera la armadura. Tomando el yelmo de Ner’zhul, que ha caído a sus
pies, Arthas se lo coloca, cual corona, sobre su cabeza. En la
profundidad de la gruta, la tenebrosa voz del Rey Lich resuena como
una profecía y una maldición: “Ahora, somos uno.”
Los destinos de Arthas y del Rey Lich se han fundido. Sentado sobre
el Trono de Hielo, triunfante, el Señor del Azote, el ser más
poderoso jamás visto sobre Azeroth, maquina su siguiente golpe sobre
el mundo…
MERCER- Oficial de la Guild
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Re: Tercera Parte: El Trono de Hielo
Viejos Odios – La Colonización de Kalimdor
“No, ustedes nunca cambiarán. ¡Y yo nunca dejaré de combatirlos!”
Ignorantes de los terribles eventos que han acontecido en Lordaeron
y Northrendo, los ejércitos mortales que lucharon contra la Legión
Ardiente en la Batalla del Monte Hyjal, se han asentado en las
inhóspitas y maravillosas tierras de Kalimdor. Thrall, el noble jefe
de la nueva Horda, ha guiado a los orcos hacia la costa donde
primeramente desembarcaron, al Este de los Barrens. Asegurándole una
nueva nación donde los orcos puedan vivir en paz e iniciar el
proceso de reconciliación con los espíritus de la Naturaleza, Thrall
ha nombrado a esta tierra Durotar, en honor a su heróico padre. En
un gran cañón cerca de la costa, la gran ciudad guerrera de
Orgrimmar (nombrada así en honor al legendario Orgrimm Dommhammer)
ha empezado a ser erigida, para que los orcos, después de muchas
penurias, por fin tengan un lugar al que llamar hogar.
En las abruptas fronteras salvajes de Durotar, cerca de la ciudad de
Orgrimmar, un Mok’Nathal, conocido como Rexxar, se lamenta por las
continuas guerras en las llamadas “razas civilizadas” de Azeroth. No
está claro cómo Rexxar llegó a Kalimdor, pero por años, este noble
medio orco-medio ogro ha vivido solitario, con la única compañía de
su fiel oso Misha, por lo cual a desarrollado una fuerte empatía con
las fuerzas animales del mundo. Al oir los ruidos cercanos de una
batalla, Rexxar acude prontamente para descubrir el origen de la
misma.
Cerca de un despoblado, Mogrim, un orco explorador de Orgrimmar, ha
sido atacado por varios quillboars, los salvajes hombres-jabalí, y
lo han herido mortalmente. Rexxar acude en su socorro y despacha a
los quillboars. Mogrim, en su agonía, se lamenta de no poder llevar
su importante reporte a Thrall, por lo que su honor se verá
manchado. Prometiendo llevar el mensaje para honrar al moribundo,
Rexxar parte hacia Orgrimmar, mientras Mogrim entrega su espíritu a
sus ancestros.
Una vez entregado el reporte a Thrall, el Señor de la Guerra ofrece
la hospitalidad de Orgrimmar a Rexxar. Éste agradece la oferta, pero
desea asistir, a modo de agradecimiento, a los orcos en la
construcción de su nación. Para asistir a Rexxar, Thrall asigna a
Rokhan, un Cazador de Sombras, uno de los líderes de la tribu troll
de los Darkspear.
La primera tarea de Rexxar le es asignada por el viejo chamán
Drek’thar, quien necesita crear una poción que pueda sanar a los
guerreros de la Horda en la batalla, pero tal poción requiere muchas
muestras de una planta conocida como shimmerweed. Esta planta,
desafortunadamente, solamente crece en la region de Thunder Ridge,
una peligrosa zona habitada por peligrosos Lagartos del Trueno.
Thunder Ridge es una maravilla ecológica, pero extrañamente, los
lagartos se han vuelto repentinamente más agresivos de lo
acostumbrado. Dirigiéndose hacia Thunder Ridge, Rexxar y Rokhan
logran recolectar los especímenes necesarios para la poción, pero no
logra dilucidar la causa de la violencia de las bestias.
Nazgrel, en fiel lugarteniente de Thrall, ha sido nombrado jefe de
seguridad, y envía a Rexxar y Rokhan a combatir a una banda de
Harpías que ataca continuamente las caravanas de suplementos de la
Horda, y recomienda eliminar a la líder de las Harpías, una
sanguinaria criatura llamada Bloodfeather. Combinando sus amplios
conocimientos de las bestias acerca de la cacería, Rexxar y Rokhan
localizan a Bloodfeather y la matan.
Dirigiéndose hacia el sureste, Gazlowe, el jefe de ingenieros Goblin
de Orgrimmar, ha localizado una fuente de agua fresca para los
acueductos de la ciudad, sin embargo, han penetrado profundamente en
los túneles dominados por los Kobolds, siniestras bestias rata, que
han saboteado los acueductos. Con la ayuda de Rexxar y Rokhan, la
amenaza Kobold es contenida.
Completadas estas simples tareas de exploración, Thrall desea que
Rexxar viaje hacia un puesto de observación orco hacia el este. El
líder orco ha recibido informes acerca de inusual actividad humana
en la costa de Durotar. En el puesto de observación, Gar’thok,
lugarteniente de Nazgrel, informa a Rexxar que no ha recibido
informes acerca de actividad humana, pero el Observatorio de la
Horda ha sido atacado por un grupo rebelde de Quillboars. Rexxar y
Rokhan se encargan de las bestias. Sin embargo, descubren que,
efectivamente, los humanos han iniciado los preparativos para una
invasión a Durotar.
De regreso en Orgrimmar, Drek’thar ha descubierto la causa de la
violencia de los lagartos trueno: los humanos han construido un
aserradero en Thunder Rinde y han deforestado el bosque. Abrumado
por las noticias acerca de la posible hostilidad humana, Thrall no
puede cree que Jaina Proudmoore, la líder de los humanos en Kalimdor,
haya roto su pacto de no agresión. De regreso en el puesto de
Gar’thok, Rexxar descubre que los humanos han arrasado con el
campamento orco, por lo que decide contraatacar y acabar con los
humanos.
Una vez en Orgrimmar, Rokhan demuestra su preocupación por la suerte
de sus hermanos, los trolls Darkspear, que han ocupado las islas
Echo frente a Durotar. Rexxar y Rokhan viajan a las islas, donde
encuentran a Vol’jin, hijo de Sen’jin, nuevo líder de los Darkspear.
Allí, se ven obligados a combatir el bloque que la flota humana a
puesto a las islas trolls. En efecto, Rexxar ha comprobado que el
enemigo corresponde a la poderosa Armada de Kul Tiras, la nación
marítima de la Alianza.
Los Darkspear son evacuados al continente, y Rexxar regresa con
Thrall. El líder orco se entera de que los humanos portan un
estandarte cuyo símbolo es un ancla. Thrall no recuerda dónde había
observado antes ese símbolo, pero dice a Rexxar que ha pactado una
reunión secreta con Jaina para discutir la situación. Sospechando
una trampa, Rexxar viaja hacia Razor Hill en lugar de Thrall y,
efectivamente, comprueba la emboscada. Derrotados los asesinos,
Rexxar informa a Thrall de la situación.
Thrall decide enviar a Rexxar hacia la ciudad de Jaina, Theramore,
donde los sobrevivientes de Lordaeron han fundado su nuevo hogar.
Cerca de la nueva aldea Darkspear en la costa de Durotar, Vol´jin
ofrece a Rexxar la ayuda de Samuro, un hábil maestro de las espadas,
quien se infiltra en la cercana base humana, y colocando varios
explosivos, logra hacer que Rexxar y Rokhan tomen un barco a
Theramore.
Una vez en la ciudad, Rexxar confronta a Jaina Proudmoore y le
reprocha sus actos contra la Horda. Jaina, sin embargo, se sorprende
ante los cuestionamientos de Rexxar y deciden averiguar el meollo
del asunto. De vuelta en tierra firma, descubren que el campamento
humano ha sido arrasado por una tremenda fuerza de guerreros naga.
Luego de acabar con los naga, un soldado moribundo informa a Jaina
de que su padre, el Gran Almirante Daelin Proudmoore, ha logrado
encontrarla luego de muchos viajes por el Gran Mar. El Almirante,
luego de la destrucción de Lordaeron por el Azote, ha navegado por
el océano con el objetivo de hallar signos de sobrevivientes humanos
y de su hija. Sorprendida al oir noticias de su padre, Jaina y sus
aliados de la Horda regresan a Theramore.
Una vez en el salón principal del palacio, son inmediatamente
interrumpidos por la llegada de cientos de marinos de Kul Tiras,
dirigidos por el Almirante en persona. El Almirante es reconocido
como un gran héroe de la Segunda Guerra contra los orcos, y se
alegra de encontrar a su hija. Sin embargo, al observar a las
bestias que la acompañan, ordena asesinarlas. Jaina se opone
vehementemente, y su padre cree que ha enloquecido, pero Jaina trata
de explicarle la nueva situación con respecto a la Horda. El
Almirante, sin embargo, no puede perdonar los salvajes actos de los
orcos durante las Guerras, e igualmente continuará adelante la
operación: no puede arriesgarse a que los orcos vivan y vuelvan a
amenazar a la humanidad.
Rexxar y Rokhan pelean su libertad ante el ataque de los marinos, y
astutamente, se ocultan entre las calles y canales de Theramore,
hasta que logran escapar y vuelven a la seguridad de Durotar.
Vol’jin los espera en la villa Darkspear y les recomienda viajar
hacia las praderas de Mulgore, donde los Tauren de Cairne Bloodhoff
se han asentado y han construido la ciudad de Thunder Bluff.
Asegurándose la alianza de los poderosos Tauren, la Horda tendrá una
oportunidad contra la Alianza.
Rexxar halla a Cairne hundido en una profunda depresión. El anciano
jefe lamenta la captura de su hijo Baine a manos de los Centauros,
por lo que Rexxar se compromete rescatar al joven Bloodhoff. Con la
ayuda del lugarteniente de Cairne, el poderoso Tauren Tagar
Windtotem, Rexxar rescata a Baine, y Cairne decide acompañarlos de
vuelta a la aldea Darkspear.
Allí, Vol’jin a dado asistencia a un ogro herido. Éste dice
pertenecer al clan Stonemaul, el cual ha caído bajo el poder de un
malvado jefe llamado Kol’garr, que lo está llevando a la
autodestrucción. Pensando que los ogros pueden ser útiles en la
batalla que se avecina, Rexxar parte hacia la aldea de los
Stonemaul, donde solicita a Kol’garr su ingreso al clan, por ser él
medio ogro. Kol’garr lo obliga a pasar por el Guantelete, un enorme
cañón lleno de bestias, como prueba para ingresar al clan. Pasada la
prueba, Rexxar incita a Kol’garr a ayudar a los orcos contra la
Alianza, pero Kol’garr se niega por considerar inferiores a los
orcos. Como miembro del clan Stonemaul, Rexxar reta a Kol’garr por
el poder del clan, y luego de un gran batalla contra el monstruo, lo
vence. Como nuevo líder de los Stonemaul, Rexxar ordena asistir a la
Horda en la batalla.
Thrall agradece a Rexxar el haber incorporado a la Horda nuevamente
a sus antiguos aliados. Una vez reunidos varios ingredientes para
consagrar el estandarte chamanístico de la Nueva Horda, Thrall
solicita a Rexxar que sea su General durante la batalla.
Las fuerzas combinadas de orcos, tauren, trolls y ogros, asaltan el
campamento humano en la costa de Durotar, expulsándolos de la tierra
firme. Sabedor de que el Almirante nunca se detendrá hasta acabar
con los orcos, Thrall ordena la invasión a Theramore. A intancias de
Jaina, promete respetar a las fuerzas de la Guardia que le son
leales a la hechicera. Luego, un asalto sobre el puerto Goblin
frente a Theramore les permite hacerse con varios buques de guerra,
con los cuales rompen el bloqueo de la marina de Kul Tiras.
La Horda desembarca en Theramore y aplasta a las fuerzas del
Almirante, rememorando las viejas batallas de la Segunda Guerra.
Rexxar se enfrenta cara a cara con Proudmoore. A pesar de que Rexxar
trata de convercer al Almirante de que la Horda ya no constituye una
amenaza para los humanos, Proudmoore está convencido de que los
orcos nunca cambiarán y por eso no pueden ser perdonados. Los viejos
odios florecen como la hierba nuevamente. Después de una salvaje
batalla contra la guardia de élite del Almirante, finalmente Daelin
Proudmoore, el último héroe de la Alianza vivo luego de la Segunda
Guerra, cae ante el hacha de Rexxar. Perdido su líder, las tropas de
Kul Tiras abandonan la batalla.
Jaina cae ante el cuerpo inerte de su padre, sin oportunidad de
reconciliarse con él. Thrall, Rexxar y la Horda respetan el dolor de
la maga y abandonan Theramore. Una vez en la costa orca, Thrall
ofrece a Rexxar un lugar entre los orcos, pero el Mok’nathal rechaza
la oferta y regresa a las montañas, no sin antes asegurar a Thrall
que él siempre será parte de la Horda y vendrá a ella cuando se le
necesite. Rexxar parte de nuevo hacia las salvajes tierras de
Kalimdor, dejando a Durotar seguro, y a Theramore, tumultuosa. Las
puertas de u
n nuevo conflicto entre la Horda y la Alianza han sido abiertas.
“No, ustedes nunca cambiarán. ¡Y yo nunca dejaré de combatirlos!”
Ignorantes de los terribles eventos que han acontecido en Lordaeron
y Northrendo, los ejércitos mortales que lucharon contra la Legión
Ardiente en la Batalla del Monte Hyjal, se han asentado en las
inhóspitas y maravillosas tierras de Kalimdor. Thrall, el noble jefe
de la nueva Horda, ha guiado a los orcos hacia la costa donde
primeramente desembarcaron, al Este de los Barrens. Asegurándole una
nueva nación donde los orcos puedan vivir en paz e iniciar el
proceso de reconciliación con los espíritus de la Naturaleza, Thrall
ha nombrado a esta tierra Durotar, en honor a su heróico padre. En
un gran cañón cerca de la costa, la gran ciudad guerrera de
Orgrimmar (nombrada así en honor al legendario Orgrimm Dommhammer)
ha empezado a ser erigida, para que los orcos, después de muchas
penurias, por fin tengan un lugar al que llamar hogar.
En las abruptas fronteras salvajes de Durotar, cerca de la ciudad de
Orgrimmar, un Mok’Nathal, conocido como Rexxar, se lamenta por las
continuas guerras en las llamadas “razas civilizadas” de Azeroth. No
está claro cómo Rexxar llegó a Kalimdor, pero por años, este noble
medio orco-medio ogro ha vivido solitario, con la única compañía de
su fiel oso Misha, por lo cual a desarrollado una fuerte empatía con
las fuerzas animales del mundo. Al oir los ruidos cercanos de una
batalla, Rexxar acude prontamente para descubrir el origen de la
misma.
Cerca de un despoblado, Mogrim, un orco explorador de Orgrimmar, ha
sido atacado por varios quillboars, los salvajes hombres-jabalí, y
lo han herido mortalmente. Rexxar acude en su socorro y despacha a
los quillboars. Mogrim, en su agonía, se lamenta de no poder llevar
su importante reporte a Thrall, por lo que su honor se verá
manchado. Prometiendo llevar el mensaje para honrar al moribundo,
Rexxar parte hacia Orgrimmar, mientras Mogrim entrega su espíritu a
sus ancestros.
Una vez entregado el reporte a Thrall, el Señor de la Guerra ofrece
la hospitalidad de Orgrimmar a Rexxar. Éste agradece la oferta, pero
desea asistir, a modo de agradecimiento, a los orcos en la
construcción de su nación. Para asistir a Rexxar, Thrall asigna a
Rokhan, un Cazador de Sombras, uno de los líderes de la tribu troll
de los Darkspear.
La primera tarea de Rexxar le es asignada por el viejo chamán
Drek’thar, quien necesita crear una poción que pueda sanar a los
guerreros de la Horda en la batalla, pero tal poción requiere muchas
muestras de una planta conocida como shimmerweed. Esta planta,
desafortunadamente, solamente crece en la region de Thunder Ridge,
una peligrosa zona habitada por peligrosos Lagartos del Trueno.
Thunder Ridge es una maravilla ecológica, pero extrañamente, los
lagartos se han vuelto repentinamente más agresivos de lo
acostumbrado. Dirigiéndose hacia Thunder Ridge, Rexxar y Rokhan
logran recolectar los especímenes necesarios para la poción, pero no
logra dilucidar la causa de la violencia de las bestias.
Nazgrel, en fiel lugarteniente de Thrall, ha sido nombrado jefe de
seguridad, y envía a Rexxar y Rokhan a combatir a una banda de
Harpías que ataca continuamente las caravanas de suplementos de la
Horda, y recomienda eliminar a la líder de las Harpías, una
sanguinaria criatura llamada Bloodfeather. Combinando sus amplios
conocimientos de las bestias acerca de la cacería, Rexxar y Rokhan
localizan a Bloodfeather y la matan.
Dirigiéndose hacia el sureste, Gazlowe, el jefe de ingenieros Goblin
de Orgrimmar, ha localizado una fuente de agua fresca para los
acueductos de la ciudad, sin embargo, han penetrado profundamente en
los túneles dominados por los Kobolds, siniestras bestias rata, que
han saboteado los acueductos. Con la ayuda de Rexxar y Rokhan, la
amenaza Kobold es contenida.
Completadas estas simples tareas de exploración, Thrall desea que
Rexxar viaje hacia un puesto de observación orco hacia el este. El
líder orco ha recibido informes acerca de inusual actividad humana
en la costa de Durotar. En el puesto de observación, Gar’thok,
lugarteniente de Nazgrel, informa a Rexxar que no ha recibido
informes acerca de actividad humana, pero el Observatorio de la
Horda ha sido atacado por un grupo rebelde de Quillboars. Rexxar y
Rokhan se encargan de las bestias. Sin embargo, descubren que,
efectivamente, los humanos han iniciado los preparativos para una
invasión a Durotar.
De regreso en Orgrimmar, Drek’thar ha descubierto la causa de la
violencia de los lagartos trueno: los humanos han construido un
aserradero en Thunder Rinde y han deforestado el bosque. Abrumado
por las noticias acerca de la posible hostilidad humana, Thrall no
puede cree que Jaina Proudmoore, la líder de los humanos en Kalimdor,
haya roto su pacto de no agresión. De regreso en el puesto de
Gar’thok, Rexxar descubre que los humanos han arrasado con el
campamento orco, por lo que decide contraatacar y acabar con los
humanos.
Una vez en Orgrimmar, Rokhan demuestra su preocupación por la suerte
de sus hermanos, los trolls Darkspear, que han ocupado las islas
Echo frente a Durotar. Rexxar y Rokhan viajan a las islas, donde
encuentran a Vol’jin, hijo de Sen’jin, nuevo líder de los Darkspear.
Allí, se ven obligados a combatir el bloque que la flota humana a
puesto a las islas trolls. En efecto, Rexxar ha comprobado que el
enemigo corresponde a la poderosa Armada de Kul Tiras, la nación
marítima de la Alianza.
Los Darkspear son evacuados al continente, y Rexxar regresa con
Thrall. El líder orco se entera de que los humanos portan un
estandarte cuyo símbolo es un ancla. Thrall no recuerda dónde había
observado antes ese símbolo, pero dice a Rexxar que ha pactado una
reunión secreta con Jaina para discutir la situación. Sospechando
una trampa, Rexxar viaja hacia Razor Hill en lugar de Thrall y,
efectivamente, comprueba la emboscada. Derrotados los asesinos,
Rexxar informa a Thrall de la situación.
Thrall decide enviar a Rexxar hacia la ciudad de Jaina, Theramore,
donde los sobrevivientes de Lordaeron han fundado su nuevo hogar.
Cerca de la nueva aldea Darkspear en la costa de Durotar, Vol´jin
ofrece a Rexxar la ayuda de Samuro, un hábil maestro de las espadas,
quien se infiltra en la cercana base humana, y colocando varios
explosivos, logra hacer que Rexxar y Rokhan tomen un barco a
Theramore.
Una vez en la ciudad, Rexxar confronta a Jaina Proudmoore y le
reprocha sus actos contra la Horda. Jaina, sin embargo, se sorprende
ante los cuestionamientos de Rexxar y deciden averiguar el meollo
del asunto. De vuelta en tierra firma, descubren que el campamento
humano ha sido arrasado por una tremenda fuerza de guerreros naga.
Luego de acabar con los naga, un soldado moribundo informa a Jaina
de que su padre, el Gran Almirante Daelin Proudmoore, ha logrado
encontrarla luego de muchos viajes por el Gran Mar. El Almirante,
luego de la destrucción de Lordaeron por el Azote, ha navegado por
el océano con el objetivo de hallar signos de sobrevivientes humanos
y de su hija. Sorprendida al oir noticias de su padre, Jaina y sus
aliados de la Horda regresan a Theramore.
Una vez en el salón principal del palacio, son inmediatamente
interrumpidos por la llegada de cientos de marinos de Kul Tiras,
dirigidos por el Almirante en persona. El Almirante es reconocido
como un gran héroe de la Segunda Guerra contra los orcos, y se
alegra de encontrar a su hija. Sin embargo, al observar a las
bestias que la acompañan, ordena asesinarlas. Jaina se opone
vehementemente, y su padre cree que ha enloquecido, pero Jaina trata
de explicarle la nueva situación con respecto a la Horda. El
Almirante, sin embargo, no puede perdonar los salvajes actos de los
orcos durante las Guerras, e igualmente continuará adelante la
operación: no puede arriesgarse a que los orcos vivan y vuelvan a
amenazar a la humanidad.
Rexxar y Rokhan pelean su libertad ante el ataque de los marinos, y
astutamente, se ocultan entre las calles y canales de Theramore,
hasta que logran escapar y vuelven a la seguridad de Durotar.
Vol’jin los espera en la villa Darkspear y les recomienda viajar
hacia las praderas de Mulgore, donde los Tauren de Cairne Bloodhoff
se han asentado y han construido la ciudad de Thunder Bluff.
Asegurándose la alianza de los poderosos Tauren, la Horda tendrá una
oportunidad contra la Alianza.
Rexxar halla a Cairne hundido en una profunda depresión. El anciano
jefe lamenta la captura de su hijo Baine a manos de los Centauros,
por lo que Rexxar se compromete rescatar al joven Bloodhoff. Con la
ayuda del lugarteniente de Cairne, el poderoso Tauren Tagar
Windtotem, Rexxar rescata a Baine, y Cairne decide acompañarlos de
vuelta a la aldea Darkspear.
Allí, Vol’jin a dado asistencia a un ogro herido. Éste dice
pertenecer al clan Stonemaul, el cual ha caído bajo el poder de un
malvado jefe llamado Kol’garr, que lo está llevando a la
autodestrucción. Pensando que los ogros pueden ser útiles en la
batalla que se avecina, Rexxar parte hacia la aldea de los
Stonemaul, donde solicita a Kol’garr su ingreso al clan, por ser él
medio ogro. Kol’garr lo obliga a pasar por el Guantelete, un enorme
cañón lleno de bestias, como prueba para ingresar al clan. Pasada la
prueba, Rexxar incita a Kol’garr a ayudar a los orcos contra la
Alianza, pero Kol’garr se niega por considerar inferiores a los
orcos. Como miembro del clan Stonemaul, Rexxar reta a Kol’garr por
el poder del clan, y luego de un gran batalla contra el monstruo, lo
vence. Como nuevo líder de los Stonemaul, Rexxar ordena asistir a la
Horda en la batalla.
Thrall agradece a Rexxar el haber incorporado a la Horda nuevamente
a sus antiguos aliados. Una vez reunidos varios ingredientes para
consagrar el estandarte chamanístico de la Nueva Horda, Thrall
solicita a Rexxar que sea su General durante la batalla.
Las fuerzas combinadas de orcos, tauren, trolls y ogros, asaltan el
campamento humano en la costa de Durotar, expulsándolos de la tierra
firme. Sabedor de que el Almirante nunca se detendrá hasta acabar
con los orcos, Thrall ordena la invasión a Theramore. A intancias de
Jaina, promete respetar a las fuerzas de la Guardia que le son
leales a la hechicera. Luego, un asalto sobre el puerto Goblin
frente a Theramore les permite hacerse con varios buques de guerra,
con los cuales rompen el bloqueo de la marina de Kul Tiras.
La Horda desembarca en Theramore y aplasta a las fuerzas del
Almirante, rememorando las viejas batallas de la Segunda Guerra.
Rexxar se enfrenta cara a cara con Proudmoore. A pesar de que Rexxar
trata de convercer al Almirante de que la Horda ya no constituye una
amenaza para los humanos, Proudmoore está convencido de que los
orcos nunca cambiarán y por eso no pueden ser perdonados. Los viejos
odios florecen como la hierba nuevamente. Después de una salvaje
batalla contra la guardia de élite del Almirante, finalmente Daelin
Proudmoore, el último héroe de la Alianza vivo luego de la Segunda
Guerra, cae ante el hacha de Rexxar. Perdido su líder, las tropas de
Kul Tiras abandonan la batalla.
Jaina cae ante el cuerpo inerte de su padre, sin oportunidad de
reconciliarse con él. Thrall, Rexxar y la Horda respetan el dolor de
la maga y abandonan Theramore. Una vez en la costa orca, Thrall
ofrece a Rexxar un lugar entre los orcos, pero el Mok’nathal rechaza
la oferta y regresa a las montañas, no sin antes asegurar a Thrall
que él siempre será parte de la Horda y vendrá a ella cuando se le
necesite. Rexxar parte de nuevo hacia las salvajes tierras de
Kalimdor, dejando a Durotar seguro, y a Theramore, tumultuosa. Las
puertas de u
n nuevo conflicto entre la Horda y la Alianza han sido abiertas.
MERCER- Oficial de la Guild
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